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Cuando el Primer Ministro Yehude S. visitó a la selva Ayacuchana -VRAE- refirió a los medios de comunicación: “tuvimos que ver con nuestros propios ojos,,, ” en clara afirmación de la critica realidad de olvido y miseria material en la que viven las familias; así como, la desatención a las comunidades e instituciones publicas de la zona, principalmente educativas por parte del gobierno. Realidad que no es solo de Ayacucho sino de miles de peruanos que se mantienen atónitos y sin voz, ante la indiferencia de los que acumulan cada día más dinero a costa de los que menos tienen y la insensibilidad de un gobierno al que solamente le preocupa contar con la condescendencia de los organismos financieros internacionales.
Cuando se habla de que en el país la economía crece a un ritmo superior al 6%, habrá que mirar hacia el interior del país y tomar con mesura antes de triunfalismos; pues el Perú no es solo un país exportador y minero o solo de empresas transnacionales también es un país de pobreza y extrema pobreza con necesidades de subsistencia, y estas, representan mas de la mitad de la población y por décadas se mantiene persistente. Entonces se hace evidente que el crecimiento macroeconómico del país no viene siendo acompañado de un desarrollo significativo; mas bien esconde miseria, desigualdad, violencia y descontento. Sin embargo, el gobierno y sus acólitos de turno califican «perros del hortelano» despectivamente a quienes no congenian con su prédica.
Resulta temerario para un pobre y/o excluido pensar y expresar críticamente sobre la conducción política y sobre los problemas sociales, o atreverse a demandar públicamente que todos los peruanos seamos tratados como seres humanos dignos con igualdad de oportunidades en todos los espacios sociales y políticos.