En otros términos la comunidad científica denomina a este suceso como Oscurecimiento Global; lo cual se define como la reducción gradual de la cantidad de luz solar que alcanza la superficie terrestre, desde los años 1970, debido al incremento de partículas de carbón, presencia de aerosoles o conjunto de partículas suspendidas en la atmósfera generado principalmente por la combustión, tanto industrial y de los motores; aunque sin olvidar agentes naturales como las cenizas de los incendios forestales o de las erupciones volcánicas. Las mismas actúan como núcleos de condensación en torno a los cuales se forman gotas microscópicas que van uniéndose por coalescencia en las nubes. Este tipo de nubes son más blancas, lo que hace que refleje mejor la luz solar que las de gotas más grandes. El balance total es que la cobertura nubosa de la Tierra devuelve al espacio más luz solar que antes.

Los efectos de este suceso son complejos y varían según el momento, la localización y la altitud, pero globalmente la reducción ha sido del orden de un 4% en tres décadas (1970-1990). Habitualmente, durante el día predomina la intercepción de la luz solar, produciendo un efecto de enfriamiento, que perturba a la fotosíntesis, y por la noche la reemisión del calor radiado por la Tierra relentiza la pérdida de calor del planeta reteniendo una buena parte de éste en la baja troposfera. Según estudios del Instituto Scripps de Oceanografía el oscurecimiento global estaría debilitando el ciclo hidrológico del agua reduciendo la evaporación y poniendo en peligro las precipitaciones y en algunas zonas provocando penosas sequías.