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Nuestra ciudad participó del lanzamiento mundial de uno de los grandes estrenos del año: Meteoro, aquel animado que deslumbró al mundo en la década setentera y que historiaba a Mash 5, un alucinante auto de carrera conducido por un adolescente fantasioso y respaldado por una familia inigualable en la que destacaba el mono Chispita.

Ante la crisis de creatividad de la industria holywoodense, desde hace años que los productores han recurrido a los viejos comics o revistas animadas que disfrutábamos en nuestra infancia. Unido a la tecnología actual, muchos de esos traslados (del comic al cine) han resultado exitosos y otros no, especialmente los últimos (baste mencionar Hulk o Los 4 fantásticos para demostrarlo).

Por fin llegó a salas mistianas la gran ganadora del Oscar, la última maravilla de los hermanos Coen que estuvo nominada a ocho estuatillas y que se alzó con las más importantes.
La cinta retoma un viejo género americano: los cowboys o películas del oeste, pero con una ligera variante que la hace genial: es un cowboy moderno; es decir, aquí no hay vaqueros y chunchos, carrozas y flechas, sino traficantes de droga totalmente desalmados, criminales que actúan con lógica empresarial.

En épocas como las actuales donde el precio del petróleo sube como espuma, es propicia ver esta película que narra los inicios de esta megaindustria que tiene en vilo la economía mundial. Inicios duros, sangrientos, llenos de sacrificios, pero también llenos de codicias y engaños en donde, sin miramientos, se quería ganar como sea, no sólo los dólares sino también las almas de la gente de esos iniciáticos momentos de consolidación del capitalismo americano.

Antecedida con un sinnúmero de premios, ha llegado a la Ciudad Blanca esta cinta que tiene de todo y de todos; es decir, es una película que oscila, a nivel de género, entre el drama, el terror y el thriller, y a nivel de directores, entre Guillermo del Toro, Alejandro Amenábar, Steven Spielberg, Night Shyamalan, etc.

Regresa a pantalla grande la notable dupla Tim Burton- Johnny Depp para, como casi siempre, asombrarnos con sus puestas en escena. En esta oportunidad, ambos se atreven con un genero inimaginable para sus seguidores: el musical; es decir, Burton dirigiendo y Deep, agarrénse, cantando, sí cantando, y, lo más notable, como los dioses.

La película está basada en la obra teatral del gran Stephen Sondheim, multiganador de varios Oscar y Toni en lo que a musicales se refiere.

Parece que los responsables de la programación cinemera de nuestra ciudad no se han enterado que ya desde hace varias semanas han empezado las clases escolares. Este comentario es en realidad un reclamo porque la cartelera sigue cargada de cintas dirigidas solamente al público infantil o efebo, como si el resto no existiera.

Sólo por esa razón; es decir, porque no hay nada digno de ver, es que decidimos espectar esta película, tentados por el afiche en donde se lee “De los creadores de El diablo viste a la moda”, cinta que nos dejó buena impresión, fundamentalmente por la actuación de Meryl Streep.