La autovacancia del Gobernador

Entramos a los últimos días de setiembre, días claves electoralmente hablando, porque finaliza la fecha para que los aspirantes a la presidencia de nuestro país, decidan si postularán o no a las elecciones generales de abril próximo. Los que actualmente son autoridades políticas, tiene que renunciar al cargo y pasarle la posta (o, el cargo) a su vice, o quien le sigue en lista. Entre ellos está nuestro actual gobernador. Es decir, faltan pocos días para que abandone el Gobierno Regional de Arequipa, lo cual significa que el deseo mayoritario de la población arequipeña de echar al gobernador, mucho más en la actual coyuntura por su nefasta gestión, se concretará; es decir, por fin la región se librará de una de las autoridades más cantinflescas, inútiles, odiadas y dañinas que hayamos tenido.  O sea, el tipo se autovacará, para lograr otro de sus sueños: la presidencia del país. ¿Es una alucinación más, o tiene posibilidades?

Hay que reconocer que nuestro gobernador inició su carrera hacia la presidencia del país, muchísimo antes de que las elecciones generales se convocaran de manera oficial. Lo hizo por todo lo alto: gran campaña en las redes, con pintas a nivel nacional; con spots de calidad; usando de imagen a la esposa regalando a los pobres víveres indebidamente obtenidos, etc. Lo hizo cuando empezaba el alza de los contagios y muertes en la Región por el C19. ¿Eso frenó su apetito político? No; al contrario, siguió muy activo en las redes con más spots o vídeos. Quizá para frenar la crítica que pronto recibió por tan adelantada campaña en esta difícil coyuntura, el gobernador negó todo y responsabilizó de esa cruzada a “sus fieles seguidores”.

A medida que se acerca la fecha final para oficializar su candidatura, teniendo que abandonar el GRA, no le ha quedado más que retomar el tema usando la coartada de “los amigos y partidos”. Es decir, él no quiere ser presidente, pero sí los otros; es más, ha dicho que le da ganas de asumir la presidencia para “poner orden en el país”.

El sueño del gobernador por ocupar la primera magistratura, no es reciente y menos “por pedido de sus amigos o partidos”. En realidad, esas ganas se conocieron desde hace un año, lo cual significa que desde esa fecha viene trabajando toda una estrategia que incluye un trabajo mediático que arrancó, justo, en plena pandemia, y que, en lugar de aminorar su apetito o sueño delirante, lo ha aumentado.

El escenario socio-político que intempestivamente ha creado el C19 en nuestro país, es mucho mejor de lo que imaginó el gobernador; es decir, en un país desolado por efectos de la pandemia, con una desastrosa crisis económica y con una institucionalidad que hace agua por todos lados, el estilo y propuestas del gobernador se deslizarán como pez en el agua. En otras palabras, como nunca, tendremos un escenario electoral en donde las masas votantes quieren escuchar ofertas populistas, facilistas e, incluso, de abierto extremismo izquierdista. O sea, demagogia pura, de la que el gobernador arequipeño, es un especialista.

A ese cóctel, se le añadirán otros ingredientes que pueden darle más oportunidades electorales: discurso quechuoahablante, oratoria lastimera y teñida de racismo, perfil provinciano, y, lo fundamental, el disfraz de la pobreza. De eso, nuestro gobernador también es un especialista.

No hay que desdeñar, por tanto, las pretensiones del gobernador arequipeño. Las condiciones le son favorables y pueden traducirse en un gran apoyo, no sólo electoral, sino también de los llamados “poderes fácticos”, entre los cuales está el narcotráfico que cada vez tiene mayor presencia en la política peruana y que podría ser el más interesado en financiar su candidatura (no hay que extrañarse si ya lo está haciendo).

Muchos objetarán que el gobernador, poco o nada hizo por Arequipa, que es inexperto, incapaz, iletrado, ladronzuelo, adicto, violador, y un larguísimo etcétera. Sin embargo, revisemos el historial o currículos de nuestros últimos presidentes, y constataremos que todas esas condiciones, en lugar de descalificarlo, abona y enaltece más su pretensión. Al fin y al cabo, demás está decir que, para ser presidente en nuestro país, sólo se requiere  ser bribón, corrupto y cacaseno. Y de eso, nuestro gobernador también es un especialista.

 

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