Noventena inútil

No había que ser pitoniso para advertir lo errónea que era la estrategia del gobierno  para, por lo menos, frenar el avance del C19.  Es más, a pesar de las advertencias (acompañadas de ataques e insultos a quienes la formulaban), el gobierno las profundizó, arrojando el siguiente resultado penoso: estamos entre los países con el mayor ratio de infectados y muertos por habitantes; y, de postre, tendremos una de las peores caídas del PBI en el mundo. Es decir, la cuarentena, luego sesentena y, finalmente noventena y, en general, la fórmula de “Salud sí, economía no”, fracasó.

Sí, fuimos los primeros países en reaccionar con medidas extremísimas; se soltó un chorro de millones de soles para “apaciguar” los efectos socioeconómicos de las mismas; e incluso, fuimos vistos como un ejemplo a nivel mundial, con Vizcarra como superstar. Noventa días después, tenemos más de 200, 000 infectados; 6,000 muertos oficiales (otros dicen que son 24,000) y millones de desempleados en medio de una economía en escombros. Nuestras autoridades, empezando por el presidente Vizcarra y seguido por el Ministro de Salud, no atinan a responder qué pasó; y en Arequipa, según el propio Defensor del Pueblo, vienen las peores semanas en lo que respecta a contagios, hospitalizaciones y muertes. Si a ello le sumamos que nuestros políticos y autoridades  siguen protagonizando escandalosos actos de corrupción, o que están más sumidos en las prontas elecciones generales, entonces el panorama es más sombrío aún.

¿Qué falló, o en qué fallamos? Quizá, como lo dicta, la Ley de Murphy, debimos haber tomado en cuenta, por lo menos, uno de nuestros defectos o taras que ponen en riesgo todo plan o estrategia. Es decir, tal vez, debimos darnos cuenta que las medidas gubernamentales seguían la lógica de países primermunditas, cuando nosotros no lo somos; tal vez, el problema es que el propio gobierno exageró en buenos deseos, desmereciendo la capacidad o experiencia técnica o profesional de los jefes institucionales; o tal vez, el error fue darle su toque ideológico a las medidas, o desconocer que si algo une a nuestra clase dirigencial es su apetito trapacero; u olvidarse que con un 70% de PEA informal o ilegal, no se puede avanzar ni a la esquina; o no tener en cuenta que somos una sociedad  multinacional, cada una con sus propio pensamiento y acción; o tal vez, nos faltó reconocer que ni siquiera somos país, etc. etc.

¿Qué nos queda?, los que pueden, seguir encerrados; cuidarse,  soportar el stress del teletrabajo y apoyar a los necesitados. Los que no, aumentar su cuidado, individual y familiarmente, con las medidas básicas dictadas por la OMS (lavada de manos, desinfección, mascarillas, distanciamiento físico). No hay otra. También queda esperar que la ciencia descubra la bendita vacuna o, como lo señalan algunos científicos, el bicho envejezca y desaparezca.

Sería casi un milagro que el gobierno reaccione, haga un giro de timón en la conducción de la crisis. Pero para ello tendría que hacer cambios dramáticos, empezando con el Ministro de Salud que por decoro ya debió renunciar. Pero no, parece que por más que saquemos volando a la Virgen de Chapi o al Señor de los Milagros, eso no ocurrirá.

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