Arqueo del 2019

Casi es un ritual por estos días, recibir las llamadas de algunos medios, para preguntarme cómo evalúo el año que se va. Obviamente, se refieren a mi visión sobre cómo nos fue, tanto a nivel nacional y local. Si hubiera que calificarlo, se me viene a la memoria parafrasear la cinta de Peter Weir: El año que vivimos en el espasmo; es decir, un período de tensiones, de convulsiones y agitaciones persistentes. Veamos, cuáles fueron las principales.

Definitivamente, como lo señalan todos los analistas, la principal de esas sacudidas, se dieron en el plano político, específicamente el cierre del Congreso y la consiguiente convocatoria a elecciones para elegir uno nuevo. Ad portas de esas votaciones, ya sabemos que nada de positivo nos deparará, pero quizá lo único bueno que produjo esa disolución, fue bajar la pugna existente entre el Ejecutivo y Legislativo. Es más, para muchos, ese fue el antídoto que evitó que nuestro país, fuera contagiado por esa ola de revueltas casi suicidas, que invadió a la mayoría de países Latinoamericanos, todo el 2019.

Otro hecho convulso, que llamó la atención mundial, fue el suicidio del líder aprista y dos veces presidente, Alan García. Ese suceso, nos recordó cuan descompuesta sigue estando nuestra clase política: mandatarios presos o fugados, y, en general, gobernadores o dirigentes de todos los niveles, envueltos en una retahíla de corrupción. Obviamente, lo sucedido en el campo político, le pasó la factura al económico, y es así que terminamos con un índice de crecimiento escuálido, el peor de la década, que no nos hace ver con optimismo el 2020.

Si en el plano nacional, el 2019 fue el año que vivimos en el espasmo, en el local, fue el año que vivimos las consecuencias del asco, específicamente, del gobierno regional repulsivo que elegimos el 2018 y que, a lo largo del 2019, se empeñó en mostrarnos con lujo de detalles, lo que la mayoría de analistas previó: incompetencia absoluta. El que hayamos cerrado el año, siendo la última economía de la región, nos exime de mayores comentarios. Lo peor es que, mientras dure la gestión oclocrática de Cáceres Llica, seguiremos en caída libre. Para terminar de deprimirnos, recordemos que el 2020, podríamos estar sin alcalde provincial, ya que pende sobre él una sentencia de seis años.

Lo positivo, a nivel local, vino por el lado de la cultura. Un nuevo galardón otorgado por la UNESCO, específicamente por su gastronomía, nos señala que el camino de ascenso de Arequipa, no va por el campo económico y mucho menos por el político, sino por el cultural. Quizá una de las tareas del 2020, será replantearnos nuestra ruta del progreso. El que cuente con universidades licenciadas, como la UCSM, la UCSP, y específicamente la UNSA, reconocida, desde el 2018, como una de las mejores universidades del país, y ratificada en el 2019 como tal, por sus investigaciones, patentes, etc. debiera hacernos pensar si lo nuestro no es convertirnos en una ciudad universitaria. Quizá por allí esté nuestro verdadero norte. Ese es el único entusiasmo que rescato este 2019, y que me alienta para el 2020, el mismo que comparto con todos ustedes.

Puntuación: 0 / Votos: 0

Un comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *