Lodo, improvisación y carroñería

Sabemos de su existencia desde hace 13 000 años. Sabemos, incluso,  que su furia arrasó con  civilizaciones enteras como la Moche en el siglo VIII después de Cristo. Sabemos pues de su ritual presencia año tras año; sin embargo, cada vez que ocurre nos sorprendemos como si ocurriera la primera vez. Este llamado Niño Costero, que tanta zozobra viene causando en casi todo nuestro país estos días, no es solo un fenómeno natural sino también la radiografía de lo que somos en esencia: desorganizados, improvisados, carentes en absoluto del sentido de la precaución y, lo peor, carroñeros.

Es cierto que ante tamaña desgracia no falta la presencia de gente que saca lo mejor de sí para  solidarizarse y ayudar a quien en este momento está sumido en la desgracia por las inclemencias climáticas. Es más, esa imagen terrible de esa madre emergiendo del lodo, luchando por sobrevivir para no abandonar a sus pequeños hijos, es quizá la mejor muestra del peruano que riñe contra la adversidad y las desgracias para salir adelante. Pero eso no es nuevo, eso es de todos los días y no será raro que luego esa imagen se explote para esconder lo que ahora quiere hacerse: nuestra radiografía  de improvisados, desorganizados y carroñeros.

Para demostrarlo allí también están las imágenes y situaciones: un gobierno que sabiendo que se venía el fenómeno desde enero, poco o nada hizo para tomar las precauciones debidas; unas autoridades regionales y locales que prefirieron no gastar o gastar en tonterías los presupuestos que tenían asignados para prevenir las consecuencias de estos fenómenos que se presentan desde hace ¡13 mil años!; alcaldes que nos creen estúpidos culpando a las lluvias del derrumbe de puentes recientemente inaugurados, cuando lo real es que fueron construidos con mocos y babas; un gobierno central que no se anima a decretar el estado de emergencia porque sabe que la mayoría de alcaldes y gobernadores robarán a manos llenas con las partidas asignadas, y ese mismo gobierno señalando que si en la actualidad hay una desgracia no son las lluvias torrenciales, sino la paralización de Los Juegos Panamericanos.

Muchos creen que lo que viene ocurriendo servirá de lección para que, por fin, aprendamos de la desgracia. A vece me animo a sumarme de ese acto de fe, pero luego cuando vuelvo a ver las imágenes de la gente que se regodea grabando un huayco con su celular, o aquella otra  que se aloca comprando agua embotellada para regar sus jardines; o de los medios queriendo capturar los llantos infantiles más desgarradores o de la mujer más maltrecha para lograr más rating y de los políticos que salen a ayudar con el polo puesto de partido y siempre posando para los lentes televisivos, entonces vuelve mi desazón y me hace recordar que todos los años es lo mismo, aunque el próximo, por estas fechas no sólo sufriremos una vez más de los huaycos naturales, sino también de los políticos, pues habrá elecciones y allí, sí, todo se perdona y olvida.

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Un comentario

  • Amigo Jose Luis:
    Mucho de lo que dices es correcto y lo suscribo. Un hecho mas que decepciona y debilita mi fe en los gobernantes y Organismos Estatales peruanos, pero terco aún sigo creyendo en la esperanza que este no decepcione.
    Saludos,
    Julio

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