Cateriano y Tía María

cate.jpg

Ha hecho bien la Gobernadora Regional de Arequipa, Yamila Osorio, en emplazar al nuevo titular del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, para que priorice en su agenda la solución del conflicto de Tía María que ya lleva dos semanas de protesta y, hasta el momento, sin visos de solución. La pregunta inmediata ante este pedido casi desesperado de nuestra autoridad, es si el gobierno central le hará caso. Ojalá nos equivoquemos, pero creemos que no.

La razón de mi desánimo es que luego de casi cuatro años de humalismo, uno puede concluir que nuestro mandatario nunca pudo resolver su bipolaridad frente a ese tema; es decir, nunca pudo conciliar su discurso antiminero siendo candidato con el prominero, ya en el máximo cargo en nuestro país. El resultado de eso es que jamás hubo una posición clara frente a las inversiones, de allí se explica lo de Conga y otros casos como el de Tía María que hoy nos afecta directamente. En ese sentido, es improbable que Cateriano cargue con ese muerto, mucho más sabiendo que si le han encargado presidir el Consejo Ministerial, es para otros temas y no ese.

 Teniendo ese escenario general, los intentos que ha hecho nuestra Gobernadora para solucionar lo de Tía María, como la creación de la Mesa de Desarrollo de Islay, son intentos fallidos porque hay otras razones que abonan a esa conclusión, entre ellas:

 – Mesas de ese tipo no se instalan en la cúspide del conflicto, sino antes, precisamente para evitar su estallido.

-Las Mesas funcionan cuando los actores principales tienen ánimo dialogante y concertador. Como vemos en este caso, la dirigencia no quiere dialogar sino imponer.

-Más que oponerse a Tía María sus enemigos tienen un proyecto político claro que tiene que ver con los cálculos electorales del próximo año, de allí se desprende que sólo el retiro definitivo del proyecto minero sea su única solución.

-Habermasianamente hablando, el diálogo funciona cuando los actores son fiables y se respetan mutuamente, y en este caso el primero en romper esa condición ha sido la propia empresa minera.

-No hay ningún apoyo de nuestros propios líderes y actores políticos. Basta ver la ausencia de nuestros congresistas para constatarlo.

-Finalmente, nuestro gobierno se ha encargado sistemáticamente de devaluar el diálogo, haciendo de él no un instrumento de conciliación y concertación, sino de tonteo y, a veces, de burla.

 Todo esto no significa tirar la toalla. Justamente, en coyunturas como estas es donde se fortalece el concepto de la política como el arte de lo posible. En ese sentido le toca, principalmente a nuestra autoridad regional seguir insistiendo en una solución viable y pacífica, aunque todo alrededor esté en su contra.

Puntuación: 0 / Votos: 0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *