Elecciones agustinas: extendiendo el miasma

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Este año es electoral no sólo a nivel local y regional. Los reflectores y la opinión pública están centradas en ella, pero hay otra elección tan igual de importante a la que poca o ninguna atención le estamos brindando, pero que considero fundamental. Me refiero a las elecciones o cambio de autoridades en la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), antaño la Casa Superior de Estudios más importante del sur peruano y hoy tan venida a menos, justamente por haber actuado, como opinión pública, con indiferencia y desdén sobre su interior acontecer.

Desde su fundación, han pasado cerca de 190 años en los que la UNSA ha sido protagonista de varios procesos históricos de nuestra ciudad, buscando así materializar el lema que le dio vida y que inspiró su nacimiento por el bien de Arequipa y de la naciente república peruana: “Casa de la sabiduría”. Una serie de autoridades han sabido darle brío a ese lema, convirtiéndola así en una de las instituciones académicas más importante del nuestro país. Destacamos, por ejemplo, las gestiones de Juan Gualberto Valdivia Cornejo, Jorge Polar, Edmundo Escomel y Francisco Gómez de la Torre, quienes a la vez supieron representar la brillantez institucional, cívica e intelectual de nuestra ciudad.

 Como toda institución, la UNSA también conoce de épocas sombrías como las actuales, debido, entre otras razones, a un mal manejo o gestión que ya lleva cerca de 15 años y que la ha  convertido en una entidad atravesada por la corrupción y la vergüenza. Ver a sus dos últimos rectores correteando por los pasillos del Poder Judicial y encabezando las portadas mediáticas por las bribonadas cometidas, son el fiel reflejo de ese deterioro.

Ahora se avecinan un nuevo proceso electoral, pero en lugar de aprovecharlo para, por lo menos, ilusionarnos con nuevos aires e ideas en su manejo, vemos como los pícaros continúan empoderados  y manejando el proceso a su antojo para seguir empinados en el poder. Así, no han tenido  el menor rubor en alterar el cronograma electoral para que la actual Asamblea Universitaria consume lo ya decidido por la camarilla que la maneja desde hace tres lustros: elegir a Víctor Linares Huaco, actual vicerrector salido de la Facultad de Educación, lugar de donde emergió la gestión que convirtió a la UNSA en sinónimo de corrupción y deshonra.

 Luego de consumada tamaña trapacería, inmediatamente se elegirá a los decanos y demás autoridades, siguiendo a la vez un mandato trazado desde la cúpula, distorsionando así la esencia de un proceso electivo: libertad de emitir un voto basado en la exposición de ideas y propuestas por el bien de la universidad. En el caso de la Facultad de Ciencias Sociales a la que pertenezco, saldremos de una administración bufonesca a otra que, de hecho, mantendrá ese estilo.

 ¿Podemos entusiasmarnos con un cambio de rumbo, o el deterioro se ahondará?  Ilusión versus desesperanza. Kant contra  Nietzsche. Para estar esperanzado no hay que hacer cola a la nueva ley universitaria que, a decir de mis colegas, tendrá poderes mágicos que lo solucionará todo. No, eso no ocurrirá. Creo más en la organización interna basado en proyectos donde la ética, la justicia  y la transparencia sean sus principales impulsores.  Una organización que comprometa a profesores, administrativos y alumnos que reivindiquen y luchen por el legado fundacional de la UNSA (Casa de la sabiduría). Eso no lo veo y no vislumbro que ocurra, pues pareciera que el miasma seguirá engordando unos buenos años más.

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