Fujimori: 22 años después

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El sábado muchos medios recordaban y reflexionaban sobre los 22 años transcurridos del 5 de abril, el día del autogolpe que inauguró lo que muchos denominan la “dictadura fijimontesinista”. Los analistas han calificado del acto desde “estupidez” hasta “vergüenza”. Lo que no he leído y escuchado es que ese 5 de abril fue jubilosamente festejado por la gran mayoría de peruanos, y sospecho que, de repetirse una situación similar, lo volvería  a hacer.

La razón de esa sospecha es que, 22 años después, poco o nada han cambiado las premisas que originaron la era fujimontesinista. Es decir, la tensión entre gobernabilidad y democracia no se  ha reducido (sino veamos la última encuesta de apoyo a Ollanta). Ocurre lo contrario, lo cual incentiva la perniciosa cultura de gobernar patrimonial y clientelistamente. En 22 años tampoco se ha resuelto la crisis partidaria que ha generado el vedetismo y magalismo de la  política. Mucho menos hemos resuelto la tradición plebiscitaria; es decir, la incapacidad de llegar a acuerdos colectivos (la sentencia de La Haya fue una excelente oportunidad, pero ya sabemos cómo se lució el gobierno para desaprovecharlo).

 Todos esos males siguen latiendo vigorosamente en nuestra sociedad. O sea, poco o nada hemos aprendido en 22 años y creo que, al contrario, hemos sumado otros; por ejemplo, la corrupción, la incapacidad de nuestras autoridades, el sicariato y la cada vez mayor presencia del narcotráfico en nuestra esfera política. Estos nuevos elementos vienen creando una situación de inseguridad extrema que, lamentablemente, aún está por manifestarse en toda su magnitud. Es decir, así como en los 80s la inflación minaba las bases de nuestra sociedad, ahora lo está haciendo la inseguridad y está crecerá en la misma magnitud que creció la inflación.

 Me da la impresión que frente a eso, se ha preferido adoptar la cultura del avestruz y del caracol. Si a eso le sumamos la reducida cultura democrática de nuestra sociedad, tenemos entonces un escenario que festejaría una nueva  pateadura del tablero, del orden constitucional, como lo hizo Fujimori hace 22 años.

Me da la impresión que frente a eso, se ha preferido adoptar la cultura del avestruz y del caracol. Si a eso le sumamos la reducida cultura democrática de nuestra sociedad, tenemos entonces un escenario que festejaría una nueva  pateadura del tablero, del orden constitucional, como lo hizo Fujimori hace 22 años. 

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