Torturante lista escolar

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Estas últimos días he estado comprando millares de papel bond, docenas de cajas de colores, lápices, plumones, cientos de cuadernos de varios tipos, gruesas de papelería, cientos de artilugios como botones, fideos palitos, y un largo etc. y, obviamente,  libros de varias temáticas, desde computación hasta la biblia, edición 2014 (ediciones anteriores no valen). ¿Voy  a instalar una librería? No, son los útiles escolares de mis hijos.

Todo esto significa un gasto enorme que no termina porque siempre falta algo, según la escuela o la maestra que espulga minuciosamente la enorme bolsa de útiles que se le entrega cada año y que no sabe responder cuando le pregunto si en alumno de 5 años va a usar dos millares de papel, o si necesita 15 cuadernos de 100 hojas doblenileado.

 Yo es ese momento pienso que detrás del grosero listado de útiles que piden los colegios hay una mafia que todos aceptamos sin chistar. Es decir, estoy seguro que muchas librerías familiares se alimentan de los excesos que piden en esos listados. El asunto es que hasta el momento, sin contar uniformes, zapatos y otro largo etcétera, vengo gastando como S/. 2 mil, con lo cual contribuiré a los US$200 millones que anualmente mueve el negocio de los útiles escolares en nuestro país, sólo en estas épocas; es decir, entre febrero y marzo.

 Es decir, estamos hablando de un negocio lucrativo que se concentra mucho en los libros o textos escolares, pues en promedio vale S/. 150. Es también en ese momento que pienso que me equivoqué de giro al momento de publicar, pues en lugar de escribir y publicar mis trabajosos libros de ciencias sociales que ni siquiera mis alumnos desean adquirir porque S/. 20 les parece “carísimo”, debí publicar esos simples textos escolares que, con la complicidad del director o profesor de aula, tendrían una demanda segura con ganancias exorbitantes.

 Lo de los útiles escolares, forma parte del drama educativo nacional, pues ni siquiera las escuelas públicas se salvan  de las groseras exigencias de los colegios, que los justifican con la promesa de una “mejor educación”. Cuando veo cómo vamos en logros de aprendizaje y cómo nos ranquean en el PISA, constato que no hay avances y allí creo que la educación que recibí en mi escuela, era muchísimo mejor que la de ahora. Y en esa época sólo bastaba una enciclopedia que contenía todas las materias y que al año siguiente la podía usar mi hermana menor, un cuaderno de 200 hojas y un lápiz con borrador. Nada más.

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