Balance

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Ya es casi una rutina que en estos días, algunos medios me interroguen sobre el balance del año en nuestro país y región, pregunta harto difícil porque son varios los niveles a examinar para tener un recuento meridianamente aceptable. Como suele suceder, voy a privilegiar los que mayormente llaman la atención: la economía y la política.

En sociedades un poco más desarrolladas, ambas variables van de la mano, cosa que no sucede en nuestro país o, caso contrario, ocurre de manera contraria o corriendo en bandas separadas. La economía peruana, por ejemplo, ha tenido este año un comportamiento o actuación bastante aceptable. Quizá no se alcanzó el índice que se anunció en enero (7%), pero recordemos que luego esas expectativas se fueron reduciendo hasta un 6%. Llegamos a diciembre con un punto menos, no ha sido el esperado, pero si miramos el cierre de nuestros vecinos o de las principales economías del mundo, podemos concluir que no nos fue tan mal.

 No mal sino pésimo nos ha ido en el campo político. Este ha sido un año más en el que la clase política se ha encargado escrupulosamente en seguir mancillando la política. Sin embargo, hay que recordarlo, ha sido un año donde también hemos visto una reserva  democrática impensada en nuestra población que se tradujo en la férrea oposición que ésta mostró ante  las jugarretas o criolladas de nuestros políticos (su aumento de haberes y la famosa repartija).

 Ambos planos, el económico y político se calcan a la realidad regional. Es decir, ha sido un año en el que seguimos gozando de un crecimiento económico boyante, pero que aún no se traduce en un efectivo desarrollo simplemente porque nuestra clase política regional está desconectada de él. La frustración de los grandes proyectos que contribuirían a dicho desarrollo se vio postergados por pleitos politiqueros regionales que la población no entiende,  y aunque se ha cerrado el año con la buena noticia que el TC ha vuelto a declarar la viabilidad de Majes Siguas II, o que se habría dado la licencia social para Tía María, sería bueno no entusiasmarnos tanto, pues, como ya lo señalé antes, es muy difícil que aquellos que han descubierto en lo ambiental su principal arma política, renuncien a ella justamente ahora que entraremos a un año electoral.

 Ya que hablamos de arqueos, me atreveré a hacer uno personalísimo: el 2013 me trató bien. He recibido varios reconocimientos que jamás imaginé y que sólo es producto de la generosidad de instituciones y amigos que, por lo visto, me aprecian, o mejor dicho, valoran lo hasta ahora realizado. Gracias mil por eso, aunque tales distinciones me obligan a seguir avanzando.

 Finalmente, a menos que estemos depres, espero al igual que todos, que el próximo año sea mucho mejor, que el 2014 esté a la altura de nuestros sueños. Feliz 2014 para todos los que siguen esta página, y para los que no la siguen, también.

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