Autoflagelación educativa

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Grandes titulares periodísticos nos recordaban el día de ayer algo que sabemos desde hace mucho tiempo, pero que permanentemente queremos olvidar: somos los últimos en educación en el mundo. Quien nuevamente nos refriega esa realidad es la bendita prueba PISA, Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, que mide básicamente las siguientes variables, habilidades lecto-escribales, lógico-matemáticas y ciencia. En las tres, según el último reporte estamos en la cola.

Como si la noticia fuera una novedad, inmediatamente empezó la autoflagelación y, como siempre, aparecieron los incendiarios para decir que todo está mal, que nada se ha hecho y que todos, empezando con los profesores, deberían ser fusilados, empezando por Tilsa quien hoy encarna qué es lo que en verdad le interesa al país.  El asunto se complica si recordamos que además de las tres variables que mide el PISA,  hoy ya se habla de otro tipo de incapacidad educativa que tiene que ver con la conectividad y el uso de las nuevas Tecnologías de Educación y Comunicación, las TICs; es decir, estamos hablando de la “Brecha digital” en donde, también, nos ubicamos en el sótano.

 Creo que debiéramos tomar las cosas con calma porque la cosa no es exactamente así, pues hay que recordar que reconociendo esta realidad, nuestro Estado  asumió el reto de la educación desde hace una decena de años poniendo en marcha un paquete de programas estratégicos que vienen dando resultados. Por ejemplo, tomando como línea base el 2001, en matemáticas hemos mejorado 76 puntos, (292 a 368), en comprensión lectora, 57 puntos (de 327 a 384) y ciencias, 40 puntos (de 333 a 373). Es más, Arequipa es una de las ciudades que encabeza esos logros.

 Claro, según PISA seguimos estando en la cola, pero también hay que saber que esa prueba nos mide con los mejores; es decir, con países que han iniciado su revolución educativa desde hace una veintena de años, cuando nosotros aún no nos ponemos de acuerdo para implementar el Proyecto Educativo Nacional (PEN) que se estableció como política de Estado  el 2006 y cuyos alcances deben medirse el 2021.

 Ahora, lo señalado aquí no es un consuelo, pero más que autoflagelarnos  y actuar hipócritamente frente a esta realidad, quizás lo que debiéramos es  justamente ponernos a trabajar en serio sobre el tema educativo, del cual siempre decimos que es fundamental para el desarrollo del país, pero que en realidad poco o nada se hace. Por ejemplo, sería bueno volver a recordar  que ya existe el PEN y que lo único que se requiere es ponerlo en marcha, pero en serio. Patricia Salas, la ex Ministra de Educación, encabezó la formulación del PEN siendo, por tanto, la mejor capacitada para implementarlo  y así iniciar la gran revolución educativa que necesitamos; sin embargo, sabemos que más fuerza tuvieron los lobbies   y las mezquindades políticas del gobierno.

 Ya las ciencias sociopolíticas, nos ha demostrado que de las grandes transformaciones sociales, la educativa es una de las más difíciles y que exige mayor tiempo; en ese sentido,  si el reciente informe del PISA realmente nos alarma y preocupa, entonces sería bueno que empezáramos a ocuparnos del tema, reconociendo que el cambio educativo requiere de tiempo y de una voluntad política que trascienda a los gobiernos, el actual y los siguientes. Recordar  al PEN, y ver cómo ha sido encarpetado, simplemente  nos hace ver que ya perdimos 7 años. ¿Cuántos años más queremos perder?

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