¿Servicio militar o doméstico?

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Uno de los temores que tenía ad portas de terminar mis estudios secundarios era que me levaran; es decir, ser oficialmente secuestrado por las fuerzas militares para servir a la patria. Es más, mis padres me amenazaban que eso podría ocurrirme sin necesidad que terminara el colegio, pues los camiones de leva recorrían la ciudad todos los días en busca de vagonetes; es decir, adolescentes que se reunían en las esquinas de sus barrios para parlotear, fumarse un cigarrito o simplemente no hacer nada. Como yo estaba en ese grupo, mis padres me castigarían permitiendo que me levaran.

Terminado ya el colegio, una de mis preocupaciones no sólo fue ingresar inmediatamente a la universidad para, si me levaban, hacer trabajo de oficina y no ser un soldado raso, sino también justificar ante mi padrino, el coronel de la familia, que moviera sus influencias para que me sacaran del cuartel. Y es que a eso se reducía el bendito servicio militar obligatorio (SMO) de esos años: eran para los cholos, o mejor dicho los pobretones que no tenían la vara o influencia mínima para evitar ese ominoso servicio.

Ya a fines de los noventa se canceló el SMO porque se demostró que además de excluyente y siniestro, el servicio militar era criminal, pues sigue en el recuerdo los casos de tortura y asesinato de varios soldados ocurrido en los cuarteles incentivado por los propios superiores, ya que parece que ese el código que los militares usan para mostrar su virilidad. A pesar de eso, las Fuerzas Armadas han logrado que se legisle para que retorne el bendito servicio. Sin vergüenza alguna, lo han declarado más excluyente aún, pues los que no tengan 1850 soles irán de frente al cuartel. En otras palabras, en mis tiempos era cuestión de vara o una secreta rotura de mano, ahora sólo es cuestión de plata.

Las voces en contra del decreto de marras no se han hecho esperar, pero los militares  y promilitaristas también han salido en su defensa con el retorcido argumento de servicio a la patria. Que yo sepa no resuenan tambores de guerra; sé que hay problemas de seguridad interna, pero eso se resuelve con los fuerzas actuales, pero si no se logra es porque, como lo  denunció el año pasado un soldado que fue abandonado por sus comandos en el VRAE,  al interior de las Fuerzas Armadas sigue practicándose la cultura de enriquecerse a costa de saquear el presupuesto mínimo que le asignan a la tropa.

Si así están las cosas, entonces ¿porqué insistir en reclutar más soldados? Ensayo un par de respuestas: creo que los militares temen la desaparición de su institución dado que últimamente, de manera sistemática se ha ido reduciendo el número de reclutas trayendo como consecuencia el cierre de cuarteles. Eso significaría que hay una legítima preocupación institucional; sin embargo, también creo que las Fuerzas Armadas necesitan más reclutas porque el comandante, hoy erigido presidente, ha generalizado a toda su promoción. Es decir, hay más generales que soldados, y éstos son manos de obra gratuita para que limpien y arreglen sus mansiones. Creo que esa es la verdadera causa de tanta desesperación.

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