Sospechando de los programas sociales

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 Mientras la Ministra de la Mujer, Ana Jara, deambulaba por Guinea Ecuatorial en el marco de la III Cumbre de Gobiernos de África y América del Sur, algunos de sus funcionarios también lo hacían en Arequipa, apurados para que se instale aquí la primera red que pondría en marcha un nuevo programa social de este gobierno, Vida Digna. 

La verdad que ya empieza a ser dificultoso contabilizar la cantidad de programa sociales que viene creando el ollantismo, tras el objetivo máximo de ser el “gobierno de la inclusión social”. Con ese lema hizo su campaña y con ese lema empezó a gobernar, destinando un presupuesto considerable, como ningún otro gobierno en la historia. Sin embargo, ser testigo directo de cómo   viene implementándose dichos programas, me hacen dudar no sólo de su efectividad, que siempre será crítica, sino de lo que realmente esconden.

Por ejemplo, uno de los nuevos programas es Qali Warma, que empezará este cuatro de marzo y que busca alimentar, vía desayunos y almuerzos, a cerca de tres millones de niños menores de cinco años en todo el país.  Los objetivos son loables, pero veo que por su implementación, el programa hará agua. Concretamente en Arequipa reina el desconocimiento y la improvisación, principalmente de su jefe zonal que, obviamente, fue es un ollantista venido de Lima. Sé que ocurre lo mismo en varias regiones.

La semana pasada, se puso en marcha “Vida digna”, otro programa que busca beneficiar a un poco más de mil ancianos indigentes o pordioseros. Los funcionarios del Ministerio de la Mujer eligieron a Arequipa para lanzar el programa y en un día, o mejor dicho, una mañana querían que se instale las comisiones.

A mí me pareció rara tanta premura, como me parece raro un programa que lleva el mismo nombre de la MCLCP desde hace doce años y que además harán lo que las beneficencias públicas hacen más de setenta años en el país. Parece que nada de eso sabían los funcionarios limeños,  pues ellos sólo querían llevar a la capital los nombres de primera comisión organizada aquí.  ¿De eso estaba enterada Ana Jara? Sospecho que no, de la misma manera que no sabía que la Cumbre Africana a la que asistió era totalmente inútil, pues  recordemos que ese escenario fue creado hace unos años por Muammar Gaddafi, Hugo Chávez y Lula Da Silva cuando gozaban de todo el poder. Hoy sabemos lo que el destino les deparó a cada uno de ellos.

También se ha puesto en marcha en programa Llachay, dirigido a los niños indigentes de las calles, y parecen estar cocinándose otros más. ¿Cuántos? No se sabe, pues estamos en el gobierno de la inclusión social. ¿Cuánto de personal están movilizando estos programas? Tampoco se sabe.

Ojalá me equivoque, pero empiezo a sospechar que detrás de la consigna “inclusiva”, el ollantismo ha descubierto un buen pretexto para satisfacer dos taras de las que nuestros gobiernos no pueden escapar: pagar parte de los favores políticos con la fórmula del Estado-beneficencia; es decir, dar chamba a sus allegados; y asfaltar el camino para un posicionamiento político con miras, si no a una reelección, por lo menos para seguir en escena, pues cinco años pasan rápido, muy rápido.  

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