¿Fin del mundo?

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Paradoja de los actuales tiempos infocomunicacionales: mientras vivimos sobrecargados de ciencia y tecnología, seguimos creyendo en supuestos premoniciones mágicas como el fin del mundo, esta vez de procedencia Maya. Lo curioso es que tal fiebre y temor, proviene de la industria mediática, pues dicha ficción empezó a generalizarse mundialmente cuando en el 2009, Roland Emmeriche estrenó exitosamente la película “2012”, una cinta de catástrofes naturales en la que, paradójicamente, el mundo no acababa por la predicción Maya, sino por otras razones.

La película popularizó pues, esta vieja leyenda basada en un supuesto cálculo de la cultura Maya, según la cual la tierra llegaba a su última etapa o ciclo de vida. Sin embargo, dicha predicción no es exactamente de los Mayas, sino de los americanos, en especial de escritor Frank Waters que en 1975 publicara el libro “México místico” donde combina supuestas teorías astrológicas de las culturas mexicanas y centroaméricanas precoloniales, con las de su propias cosecha para producir así un libro que si bien tuvo gran éxito en su oportunidad, con el tiempo fue desbaratándose a la luz de las miradas científicas, principalmente de la antropología e historia. Es más, recordemos que el propio Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, uno de los centros de investigación social más prestigiosos del mundo, varias veces ha tenido que salir o pronunciarse públicamente al respecto para señalar que dicha profecía maya no existe.

Sin embargo, no hay que sorprendernos que muchas culturas antiguas hayan construido estas leyendas ligadas a un supuesto “fin del mundo”, que a la luz de las ciencias sociales modernas, no es otra cosa que “cambios de época”. Las culturas o sociedades antiguas anunciaban, entre cambios lunares y otras galaxias, la llegada de nuevas humanidades; es decir, el final de una era y el comienzo de otra. Esa práctica se ha extendido a lo largo de nuestra historia, y cada cultura, a su modo, ha construido esos mitos cada vez que han ocurrido cambios trascendentales en la sociedad.

Lo real es que, a la luz de la ciencia actual, es imposible anunciar o predecir el fin del mundo. Hacerlo sólo es producto de un afiebramiento mental o fundamentalismo religioso que poco o nada le hace bien a la humanidad. Sin embargo, eso no significa que el mundo sea eterno, pues de todas maneras llegará a su fin, pero como lo ha advertido la ciencia, se dará o viene dando a través de un proceso que combina tres elementos: recalentamiento artificial, invierno nuclear y los agujeros de la capa de ozono. Como lo dijera Carl Sagan, esos elementos de riesgo ya vienen actuando y serán los causantes de la desaparición de la tierra. ¿En cuánto tiempo? El propio Sagan responde: “algunos miles de millones de años”. Así que, a no preocuparse, a seguir comprando para esta navidad porque hay mundo para rato.

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