Garatea no está solo

Por lo visto, la iglesia católica ha decidido cerrar filas. Frente a lo que consideraría una campaña triunfal de las libertades ideológicas cuyas mayores consecuencias serían la chabacanería y la pérdida absoluta de valores (sus valores), la iglesia habría decidido, misma cruzadas medievales, eliminar a sus enemigos o cualquier peligro que atente contra su dogma.

Pareciera que en esa empresa han decidido iniciar, con la más absoluta transparencia, una campaña en la que prima su dogma, ese dogma que en el campo de la sexualidad genera mayor repercusión y polémica. Y parece que para eso, han diseñado una estrategia muy bien montada, pues, en Arequipa, el arzobispo Javier del Río expresó nuevamente su rechazo a la homosexualidad; y en Lima, el mismísimo Cardenal Cipriani habría suspendido de sus funciones sacerdotales a Gastón Garatea por tener una opinión muy propia respecto al celibato y al matrimonio gay. Quienes conocemos y seguimos a Garatea sabemos, también, que quien fuera miembro de la CVR y presidente de la MCLCP, también tiene opiniones muy propias respecto a otros temas: terrorismo, Conga, pobreza, corrupción, derechos humanos y muchos etc.

Justamente eso, opinar diferente a lo que la autoridad eclesial dispone, no le gusta y conviene a la institución católica. Y me parece bien que lo haga, pues, al fin y al cabo, lo que hacen es defender sus principios y fueros y, de esa manera, evitar que el rebaño desista y termine abandonando su ya alicaída institución.

El único problema que veo en esa nueva cruzada es cómo lo van a lograr, pues en tiempos donde, precisamente, lo que prima es la abundancia de la comunicación, en donde las nuevas tecnologías multiplican geométricamente las ideas, además de incentivarlas, no sé cómo el catolicismo se encargará de prohibirlas, perseguirlas y liquidarlas. Quizá la estrategia sea suspender, de un plumazo, a todos sus seguidores que tengan voz propia.

Si así fuese, de hecho Gastón Garatea no estará solo. Al contrario, cientos de miles están y estarán con él, no sólo por el hecho de apoyar a alguien que tiene una lectura más consecuente y objetiva de lo que es la fe cristiana, sino también porque, independiente de ser católico o no, Garatea ha demostrado públicamente cómo se trabaja realmente para hacer valer y/o defender los derechos y la dignidad de las personas, en especial de los más pobres de nuestro país.

En ese sentido, tras su suspensión, Garatea no está sólo y de seguro no necesitará la autorización ciprianista para que su voz siga siendo escuchada y seguida. Son otros los que sí se están quedando solos, esos que son cada vez menos escuchados y respetados por su intolerancia.

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