Nepotismo y poder real

El caso de nepotismo que nuevamente remece el entorno presidencial, se está convirtiendo en una constante del gobierno humalista, y tal como lo ha dicho el propio padre del presidente, y kuraca de la ideología nacionalista, “es algo perfectamente natural”. Es decir, en nuestro país el poder se ejerce no sólo favoreciendo a la familia, y en este caso específico, al hermano porque así lo demanda la sangre, sino que también se ejerce arrastrando una vieja tradición colonial que Max Weber denominó sultanismo; es decir, considerar que el poder es una chacra que se maneja al gusto y antojo de quien gobierna.

Hay que reconocer que esa es una constante también en la historia de nuestra república y que atraviesa todos los niveles del manejo estatal; es decir, desde el gobierno central hasta los locales, así sean los más pequeños. Es más, en las instancias gubernamentales más pequeñas, los casos de nepotismo son los más pronunciados, al extremo que consideramos “perfectamente normal” que el alcalde o presidente regional, o un simple rector de universidad estatal, gobierne juntito con la esposa e hijos, tal como sucedió en la universidad agustina y tal como varias veces se ha denunciado en el Gobierno Regional de Arequipa.

El asunto es tan sintomático que el poder nepotista, incluso, se llega a constituir como un poder real, por encima del poder formal; es decir, muchas veces se ha visto que, por ejemplo, el poder de la esposa, termina siendo más importante que el de la autoridad formalmente elegida. Y es lo que justamente está sucediendo en el Palacio de gobierno, al extremo que hoy, para adornar el asunto, ya se habla de “la pareja presidencial”; es decir que tanto Ollanta como su esposa Nadine, tienen la misma cuota de poder. Pero, además, ese poder nepotista, tiene una variante muy singular, digno también de un país tan singular como el nuestro: el poder también es compartido y ejercido muy eficazmente por el hermano… desde su celda.

Esta novela familiar que ya se está convirtiendo en un asunto de Estado debiera alertarnos porque nos abre varios escenarios o novelas a la vez. Está claro, por ejemplo, que el traslado del hermano presidencial de una cárcel provinciana a una capitalina, es para que ponga en marcha su propio proyecto político; es decir, Antauro le está pasando la factura al hermano por el caso del andahuaylazo, y así como Ollanta alcanzó su proyecto político llegando a la presidencia, ahora él, Antauro, quiere alcanzar también su propio proyecto, que parece no ser tan ambicioso, sino más simple: ejercer el poder a través de la extorción, tal como ha quedado demostrado esta semana con empresas mineras que acuden a Antauro para que le garanticen la paz social a sus inversiones.

Pero cada vez parece más claro, que también la pareja presidencial, tiene su propio proyecto: postular a Nadine a la presidencia en el 2016. Aunque el trecho para ese escenario aún es largo, ya es evidente que el camino se ha emprendido. Se sabe que en ese trayecto, llegará el momento en que el ollantismo que tendrá que negociar con el fujimorismo para que justamente se facilite la postulación de Nadine. ¿Habrá escrúpulos para eso? Evidentemente, no. Estamos pues advertidos de la verdadera hoja de ruta que viene usando este gobierno.

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