Presentación de Mundo Ordinario

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El martes pasado, la Universidad Católica de Santa María organizó la presentación de mi más reciente publicación Mundo Odinario, microsociología & vida cotidiana. Sólo el hecho de ser el centro de esos raros ritos académicos para celebrar por un nuevo producto académico, en en sí un lujo. Si a eso le sumamos la presencia de mi amada familia y familiares con Merly a la cabeza, autoridades, colegas, amigos y hasta alumnos que colmaron la sala, es la gloria completa. Comparto con ustedes lo que expresé esa noche.

Buenas noches:

He hecho (o hago) libros por encargo y libros por cuenta propia. Para que se me entienda mejor, quiero poner como ejemplo lo que ocurría con la música clásica hasta el s XVIII, en donde la mayoría de composiciones se hacían por encargo, destacando la suite como género principal, para luego pasar a la obra personal, a la gran obra por cuenta propia. El llamado período romántico, a diferencia de las otras épocas musicales, destaca justamente por eso: las obras por encargo se interpretaban una sola vez, la obra personal, se concebía para que sea interpretada innumerablemente.

Los libros que he hecho por encargo, siento que principalmente llevan la marca de la UCSM, casa superior de estudios que desde hace unos años me invitó a pertenecer a su plana de profesores invitados en el programa de postgrado, y desde allí me ha publicado varios libros. Algunos de esos títulos son Teoría del Estado, Sociedad peruana, Descentralización y gestión pública, etc. Pero a la vez, me ha publicado dos libros que sí siento míos. Hace dos años me publicó Cuarto de Hora y ahora, en el marco de sus Bodas de Oro, lo ha vuelto a hacer con este libro que motiva que esta noche nos reunamos: Mundo ordinario, microsociología y vida cotidiana.

Como lo cuento en la introducción, este libro se gestó anecdóticamente. Pero, ¿dónde te encuentro?, insistía mi colega mexicano, y yo no atinaba con la respuesta, a pesar que antes le había dicho que seguía en el Perú y viviendo nuevamente en Arequipa. No, en el Internet, ¿dónde te encuentro?, precisó, ojeando un libro de mi autoría que le había entregado, como parte del mercadeo personal que estaba haciendo para que me invite a alguna cátedra en la Universidad que él dirigía. Ante su pregunta me quedé mudo, no sabía qué responder.

En ese momento, constaté que no era suficiente una dirección electrónica, libros ni mucho menos tarjetitas para que me encuentren. En ese momento, comprendí que para existir, más aún en el mundo académico, era imprescindible tener una presencia en el ciberespacio con un portal o una página personal. Considerando que el acceso es cada vez más fácil, hoy no existe justificación alguna para no estar en el espacio virtual, pues los procedimientos, plantillas, formatos, colores, etc. están allí, a disposición de todos. Como si fuera poco, incluso son gratuitos, así que no tenía excusa. Mi colega, ante mi silencio, empezó a mirarme con desdén.

Por eso es que de retorno a Arequipa, luego de participar en otro Congreso Latinoamericano de Sociología que se desarrolló en Guadalajara, tomé la decisión de construir mi página virtual. Inspeccionando varias alternativas decidí aprovechar la oportunidad y soporte que me daba la Pontificia Universidad Católica, en mi condición de ex alumno. Así nació Reality Show (http://jlvargas.notlong.com), página que a los pocos meses, según algunos diarios arequipeños, se convirtió en una de las más visitadas (actualmente, la visitan unas 300 personas por día). El libro que tiene usted en sus manos, nace de esa experiencia.

Ahora, ¿por qué el nombrecito de Reality Show? Desde que me animé a poner en marcha el proyecto de la página virtual, pensé que ésta debía estar alimentada con temas de mi mundo personal, de mi cotidianeidad. De este modo no sólo sintonizaba con el espíritu de un blog o bitácora (diario de ruta del viajero), además, pondría en práctica mi afición por las denominadas Teorías de la Vida Cotidiana (TVC), también llamadas fenomenológicas, dramatúrgicas o etnometodológicas. Esta nueva tradición sociológica cobró fuerza a fines del siglo pasado y tuvo como uno de sus iniciadores a George Herbert Mead, y hoy la siguen varios como Shütz, Berger, Luckmann, Garfinkel y Goffman.

A Erving Goffman le pertenece el concepto de modelo dramatúrgico sobre el cual están basadas nuestras relaciones sociales; es decir, los papeles o representaciones que diariamente ponemos en práctica ante los que tenemos al frente, o en las circunstancias donde nos desenvolvemos. Como diría Goffman, toda interacción social es una performace creada para la audiencia . En otras palabras, sin quererlo, muchas veces actuamos o somos actores metidos en un escenario que es la vida misma y que termina construyendo nuestra realidad.

De acuerdo al sociólogo canadiense, nuestros stages o escenarios de vida son diversos. La familia, el trabajo, los amigos; tienen vida y dinámicas propias atravesadas por diversidad de emociones: el amor, la rabia, la tristeza, que están allí, latiendo, muchas veces sin darnos cuenta. Y es así como vamos transitando y viviendo por este mundo, no aquel que queríamos transformar revolucionariamente cuando nuestras adrenalinas bullían, muy a tono con el pensamiento estructuralista o totalizante con el que alguna vez comulgamos, sino este mundo minúsculo o microsociológico del que nos hablan las TVC, y que hoy, ya viviendo la base cinco de mi vida, me interesa y preocupa más, no sólo por mí, sino por los que están a mi alrededor; es decir, Fabio, Josué, Merly, mi propia familia.

El nombre de Reality Show de mi página virtual proviene de esa inquietud personal y apego teórico, pero también como una deferencia a uno de mis libros que más satisfacciones me ha dado. Me refiero a Adiós a la vergüenza, los talk show en el Perú , donde analizo el fenómeno que produjo ese género televisivo en la sociedad peruana, en los años noventa. Como recordarán, en esos programas se ponía en vitrina toda la miseria humana, supuestamente recogida de la vida real pero, como lo supimos más tarde, y que revelé en mi investigación, se trataba de una pura y burda teatralización; es decir, los hechos de la vida real escenificados por actores artesanales que le ponían a cada presentación un plus: más mofa, morbo y sangre con el único fin de conquistar mayor audiencia para beneficio económico de la televisora y fama del conductor o conductora. Es decir, la teoría dramatúrgica de Goffman, pero achichada, expresión cultural de la que nuestra sociedad es experta, y de la que nosotros mismos no escapamos. Por eso es que esa realidad microsociológica que tenemos, es muchas veces burda, mórbida, común…ordinaria.

Puede entenderse, entonces, la razón por la que esta obra tiene el título de Mundo Ordinario, cuando me animé a trasladar varias de mis reflexiones virtuales del Reality Show, a las tradicionales páginas físicas en forma de libro. Es decir, mis cavilaciones basadas en mi cotidianeidad y aparentemente enriquecidas con cierto bagaje teórico para acercarme al formato ensayístico, en realidad terminan siendo eso, relatos comunes o nada extraordinarios que le suceden a cualquiera, sin distinción alguna. A las finales, todos estamos atravesados por esos avatares, atados a nuestros amores, los permanentes y furtivos; a nuestro trabajo, que odiamos o disfrutamos; con nuestros amigos, que están allí o que ya han partido. Todos actuamos como políticos, economistas, filósofos y poetas; es decir, grandes sabiondos a los que muchas veces mienten, estafan o burlan, como a cualquiera.

Creo que las situaciones de nuestra vida o mundo ordinario no tienen orden, se entrecruzan ilógica o caóticamente, venciendo al cálculo que empeñosamente queremos darle. Ese desorden está plasmado en mi página, Reality Show. Es decir, a veces me enfurece una situación política y me animo a reflexionarlo; otras reflexiones nacen de mi mundo laboral, o de mis viajes, nostalgias o simples recuerdos. En otras ocasiones, a pesar de tener varios motivos de cavilación, me dejo derrotar por la flojera, y no escribo nada. Noto que mis seguidores me castigan reduciendo las visitas a mi página y, a veces, este declive me impulsa a retomar la escritura. Sin embargo, para este libro, he querido presentar todas estas reflexiones con un orden básico. Así, están los pequeños ensayos ligados a mi mundo laboral; otros al campo cultural; la política no podía faltar, así como tampoco varias conversas que me han enriquecido. Finalizo con mis evocaciones a los que ya partieron muy lejos, los idos.

El problema que se presentó al momento de seleccionar los post habidos en mi página y que iban a estar en este libro, se resolvió por la cantidad de entradas en cada una de ellas. Es decir, de alguna manera, los lectores, con sus visitas, se convierten en evaluadores y, además, en críticos implacables cuando dejan sus comentarios. Ahora, son ellos, mis seguidores, los que también me impulsaron a convertir el Reality Show en libro.
Como ordinariamente ocurre, mucho más en un medio como el nuestro, el ánimo no basta cuando no hay el apoyo institucional correspondiente. Ese apoyo llegó, otra vez, de la Universidad Católica de Santa María, en especial de su rector, el Dr. Abel Tapia Fernández que, sin miramientos, y además motivado por las Bodas de Oro de su institución, me dijo, apúrate a presentar el borrador del libro. A él y su universidad, y también a los lectores de Reality Show, por invertir su tiempo conociendo mi mundo ordinario, gracias mil.

Y gracias mil también a los que han enriquecido la entrega final de este libro: a Horacio Ramírez del Carpio y Jorge Bernedo, responsables de la edición, a Edmundo Alarcón Caro por el Prólogo, a Daniel Martínez Lira por la corrección final, a Valeria Salas Delgado y Andy Humpire Castro por la diagramación. Y no mil, sino un millón de gracias a Jorge Bedregal, reencontrado amigo, por sus generosos comentarios y a todos ustedes por brindarme esta maravillosa noche.

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