Ágora

Casi luego de un lustro, el siempre oscarizable Alejandro Amánabar nos entrega su más reciente aventura cinematográfica. Esta vez, el notable director chileno-español se sumerge en la historia clásica para recrear lo que habría sido la disputa entre el conocimiento y la barbarie disfrazada de fanatismo cristiano, todo esto contado a través de la figura de Hipatía una filósofa neoplatónica obsesionada en descubrir los misterios del universo, mientras que Alejandría y principalmente su biblioteca, símbolo del conocimiento clásico, se derrumbaba por el auge del cristianismo, allá por el año 415 d.C.

Si bien la cinta halla su fortaleza en lo apoteósico de su montaje y fotografía, esa es a la vez su principal debilidad, pues tal grandilocuencia intenta abordar varios temas ligados entre sí como el choque de culturas y religiones, el hambre por el conocimiento, pero a la vez sólo detentado por la clase esclavista a la que pertenecía Hipatía, el auge del cristianismo envuelto en aureolas de fe pero también de delirios enfermizos, la religión como instrumentos de violencia, etc. etc. Pero, como dice mi abuela, el que mucho abarca, poco aprieta y en eso cae la película, pues tantos temas e historias no logran hilvanarse fluida y armónicamente, al extremo que, su personaje central pierde el centro de la atención para convertirse en la más pesada de toda la historia.

A pesar de eso, creo que es una de las mejores entradas de estas últimas semanas que ha estado prácticamente dominada por cine infantil y juvenil. Ver una cinta, que por lo menos ha demandado un poco de investigación histórica y que pretende ser un drama, es como agua fresca para hacernos recordar que a{un hay cine y que no todo es remake y cine de efectos especiales.

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