Debatitis

Estamos entrando al tramo final de las elecciones generales y como ya se sabe, esta etapa es crucial ya que, dado el bajísimo nivel ideo-político de nuestro electorado, son en estos días que se decide por quién votar. Según el JNE, por lo menos el 40% se comporta de esa manera, aunque siempre quedará un 15% que espera la cola que se hace al momento de votar para recién decidir por quién votar.

Y como es tradicional en este último tramo, el ambiente electoral se llena de “debates”. Así, estamos asistiendo a una serie de ellos organizado por diversas instituciones; sin embargo, hay que preguntarse si éstos son útiles o no. De hecho lo son si efectivamente fuesen debates; es decir, una exposición de problemas y cotejo de propuestas que buscan una solución. Eso es vital si consideramos que en un proceso electoral, no sólo se trata de exponer propuesta sino que, a través de ella, profundizar la tarea de formar conciencia ciudadana o simplemente ciudadanía; es decir, personas que razonen y actúen responsable y autónomamente, base de la auténtica libertad, el gran pilar de la modernidad social. Como sabemos, lo contrario de eso, es el servilismo; es decir, actuar por encargo, sin racionamiento y con la tendencia de echarle, siempre, la culpa al otro.

Para eso sirven los debates; sin embargo lo que hasta el momento vemos no es así, pues, dada la estructura de esas presentaciones, a los candidatos sólo les queda exponer rápidamente un tema para, en una siguiente ronda, pasar nuevamente a una veloz exposición. Tal como lo ha señalado Humala, esos eventos más se parecen a una feria de mercado. El diagnóstico del militar es acertado, pero tardío, pues cómo cree que son las cosas en un mundo donde la esfera pública es mediatizada? Eso ya lo analizó sesudamente Pierre Bourdieu en un magnífico ensayo sobre la televisión donde corrobora lo que anteriormente Habermas ya se había encargado de demostrar: la mediación no es útil para formar ciudadanía. Desde la óptica del sociólogo francés eso ocurre por una sencilla razón: la lógica y los tiempos en la televisión son muy distintos que el mundo real. La lógica de la televisión está basada en la entretención y los tiempos son los que dictan las tandas comerciales. Eso significa que ante las cámaras debemos ser distractivos, y serlo velozmente, antes que nos gane la tanda publicitaria que es, al fin y al cabo, lo que le interesa al broadcaster.

El asunto se complica, como el caso de los “debates” que vienen ocurriendo en nuestro país, donde no hay dos ni cuatro, sino ¡once¡ expositores; es decir, la degeneración total del debate, una payasada de mal gusto que trasciende en la medida de quién hizo, o a quién se le ocurrió el acto más grotesco o risueño. En ese sentido, de poco o nada sirven los debates que hasta el momento estamos viendo. No ayudan a razonar y mucho menos a generar ciudadanía. Todo lo contrario. Por eso estamos esperando con interés aquellos debates que se viene donde veremos y oiremos sólo a los candidatos que están encabezando las encuestas. Son cuatro o cinco que dispondrán de un mayor tiempo para que expongan, cotejen busquen soluciones a los problemas del país. Ojalá, así sea.

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