Mañaneros

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La ciencia acaba de otorgarle un halo de virtud al mañanero, ese sexo que alguna vez en la vida practicamos en las primeras horas de la mañana, vale decir al despertarnos al lado de nuestra pareja, si es que aún está apetitosa; ese sexo que lo hacemos si es que nos sobra el tiempo antes de ir al trabajo, o, mejor aún, si es que nos importa un carajo el centro laboral (para hacerlo más excitante y culposo).

Resulta pues que el mañanero, según Debby Herbenick, ayuda a fortalecer el organismo, uno se resfría menos, tiene mejor cabello y uñas y, en general, nos hace sentir mejores porque al hacerlo liberamos más oxitocina, una sustancia química que nos ayuda a ser felices. Estos nuevos descubrimientos se suman a otros mucho más antiguos que incluso hablaban de los beneficios de ese sexo en lo que a cardiopatía y artritis se refiere; es decir, reducir los riesgos de un infarto o curar la artritis teniendo sexo, pero siempre y cuando sea, por lo menos, tres veces semanales.

Es probable que todo eso se cierto; es más, de hecho que lo es, pero me pregunto para quién o a qué parejas está dirigida esta receta para embellecer el cabello, disminuir los riesgos al infarto, o simplemente ser felices, pues me imagino que tan seductora fórmula la podrían practicar personas o parejas súper privilegiadas, ya que para tipos del montón como yo, es impracticable, pues soy de los que recién se acuesta entre las doce o una de la madrugada; es decir, si el bendito sexo mañanero debe ser practicado a las seis de la mañana, significaría que solo podría dormir ¡cuatro o cinco horas¡ Para mi eso es imposible, pues soy de los que creen que la felicidad perfecta es dormir, por lo menos, ocho horas, y no sólo por un asunto de salud, ya que el sueño lo cura todo, sino también de distinción, pues como lo decía mi abuela: “la gente recién se levanta a las diez de la mañana”.

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