Orgullosamente peruano

A pesar que soy un viajero contumaz por el mundo, la lejanía de la tierra y en especial de la casa, se siente. Sin embargo, ahora que me encuentro a miles de kilómetros fuera del terruño, pareciera que no fuera así porque por aquí sólo se habla del Perú y en especial de Mario Vargas Llosa quien ayer pronunciara su esperado discurso, previa entrega del Nobel.

Realmente es gratificante que en el ambiente donde me encuentro, y mucho más en el académico, muchos me relacionen inmediatamente con Mario Vargas Llosa sólo por el hecho de decir que vengo del Perú. Eso confirma la trascendencia que tienen los Premios Nobel y en especial el de literatura que, creo, es el que más pegado está a la gente en todo el mundo. Ese es otro de los grandes aportes que nos deja Mario Vargas al haber ganado el máximo galardón al quehacer humano en el campo de las letras: el ponernos en la boca de todo el mundo, el de ligar su obra y nombre a este pedazo de suelo del mundo que geográficamente puede ser una minucia, pero por el hecho de estar ahora unido al nombre del Nobel, parece inmenso.

Por otro lado, haber visto y oído el discurso al lado de tantos compañeros de varias partes del mundo, era motivo de otra jactancia por su brillantez, y, principalmente, por su sensibilidad. Creo que no sólo a mí, sino a varios, el discurso nos conmovió en varios de sus párrafos.

Para que sepan de qué estoy hablando y, de paso, conozcan de uno de los discursos más motivadores y emotivos que se han pronunciado en el Nobel, se los dejo pinchando aquí.

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