Mockus y Guillén, filosofía de la diferencia

El hecho que Colombia esté en pleno proceso electoral y el favorito para ocupar la primera magistratura sea Antanas Mockus, hace irresistible que, salvando ciertas distancias, hagamos algunos paralelos con Juan Manuel Guillén, ya que entre ambos hay notables similitudes, pero también abismales diferencias.

Como sabemos, ambos políticos son, antes que todo, filósofos y matemáticos egresados de universidades nacionales. El primero, Mockus, de la Universidad Nacional de Colombia y el segundo, Guillén, de la Universidad San Agustín. Es más, ambos han llegado a ser rectores con reconocido éxito.

En el campo político, tanto Mockus como Guillén dieron el salto del rectorado a la alcaldía de sus ciudades, y ambos, atrapados por el poder, no han ocultado su aspiración de dar brincos más grandes. Mockus está ad portas de la primera magistratura de su país; Guillén alcanzó la presidencia regional rechazando varias veces formulas presidenciales a nivel nacional y hoy deshoja margaritas sin saber qué hacer.

Y es justamente allí donde empiezan las diferencias entre ambos. Pues si Mockus está a punto de presidir Colombia es porque hizo una gestión edil que cambió el rostro a Bogotá con la política de la “Cultura ciudadana”. A él se debe, por ejemplo, el Transmilenio, que con forcé quiere implementar actualmente en el centro arequipeño nuestro alcalde Balbuena. A Mockus también se le reconoce la reducción notable de la delincuencia en lo que en su época fue una de las ciudades más inseguras del mundo. ¿La fórmula de todo eso? Rodearse de un equipo profesional y técnico de primera y remozar, a veces con acciones estrambóticas, la política.

Guillén no hizo nada de eso. Su paso por la alcaldía provincial arequipeña fue sosa, sin obras que cambiaran la ciudad y mucho menos la cultura de la gente. La misma calificación obtendrá luego de su paso por la presidencia regional. De sus obras estratégicas que anunció al inicio de su mandato regional y que cambiarían Arequipa (Majes-Siguas II, interoceánica, gasoducto transversal, nuevas grandes inversiones, etc.) ninguna se ha concretado. ¿La razón de esa frustración? Entre otras, rodearse de su sempiterno y mediano entorno amical, y en lugar de renovar la política, degradarla más, a tono con los políticos tradicionales del país.

El resultado final es que mientras Mockus, el filósofo, rector y alcalde exitoso aspira seriamente a la presidencia colombiana; nuestro filósofo, rector, alcalde y presidente regional, hoy cuenta con los dedos el fin de su insípido mandato y se debate entre abandonar la política para dedicarse a dirigir una biblioteca universitaria o seguir gozando del poder aliándose con la soldadesca humalista, que es lo que ya habría decidido su organización Tradición y Futuro . Es decir, quien petulantemente se negó a acompañar a Vargas Llosa y Pérez de Cuéllar en fórmulas presidenciales, hoy estaría al lado de las botas. Realmente, un triste final.

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