Malditos bastardos

Cuando habíamos perdido las esperanzas, el espíritu regalón de navidad ha permitido que tengamos la reciente genialidad de Quentin Tarantino en salas mistianas. El director de clásicos como Pulp Fiction nos entrega ahora su propia, deliciosa y demencial visión de la segunda guerra mundial.

Para Tarantino los judíos no son pasivos que se doblan o quiebran ante el salvajismo hitleriano. No, son personajes que también sienten y procesan un odio que los lleva a destruir al mismísimo Fuhrer en una trama que se confunde con romanticismo al puro estilo melodrámatico de los clásicos hollywoodenses.

Es decir, luego de sus aventuras gore, Tarantino aborda un tema histórico, por tanto serio, y lo reelabora, sazonándolo con su estilo tarantiniano: remembranzas permanentes a sus grandes influencias, diálogos largos, pero cada vez más elaborados, un menú musical de primera y un final redondo.

Otro toque tarantiniano es la conversión que hace con los actores. En esta ocasión nos presenta a Brad Pitt que realiza todo el esfuerzo por ganarse el papel de bastardo, pero que, penosamente, es ganado por Christoph Waltz, que termina construyendo el gran papel de la cinta: la del coronel nazi Hans Landa, un personaje pulcrísimo, inteligentísimo, despiadadísimo e inescrupuloso: Es decir, una combinación maquiavélicamente perfecta de Columbo y Montesinos.

Esta no es una cinta fácil. Recomendamos no pestañear para no perderse los magistrales diálogos, otra gran estrella de la cinta, y disfrútenla reconociendo que están en el cine y no en una clase de historia.

Puntuación: 4.50 / Votos: 2

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