Cavero, too much

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Aunque parezca aguafiestero, creo que toda la parafernalia en torno a la muerte de Zambo Cavero, ha sido algo digitado, no espontáneo. Pero, dirán, el Zambo es un símbolo del criollismo, un icono del pueblo; por tanto, se merecía todo ese homenaje. Lo primero, tal vez. Lo segundo, no lo creo.

Me gustaría adivinar qué hubiese pasado con el Zambo Cavero si es que el Alan García, presidente de la República, no hubiese ido a su lecho agónico y luego pedir al Perú entero que rezara por su recuperación. Me gustaría saber si es que la población hubiese reaccionado de la misma forma si es que el Alan aprista no hubiese recordado que el Zambo Cavero fue su pareja publicitaria en la campaña presidencial.

Es cierto que el Zambo Cavero es un icono del criollismo; sin embargo, en términos de medición de la cultura que hoy se impone en nuestro país, el criollismo tiene poco peso. Que yo recuerde, el Zambo Cavero no llenó un estadio o, por lo menos un canchón para corear “Contigo Perú”. Eso sí lo vienen haciendo, y desde hace mucho tiempo, los folclóricos, los chicheros o cumbiamberos peruanos, o como quieran llamarle.

Lo del Zambo Cavero más me ha parecido un tendencioso juego polí-mediático y a la vez un acto nostálgico, justamente de ese sector criollo que ve su situación frisada, debilitada. Ese es el estado actual de la cultura criolla y del criollismo en general: frágil, depreciada, feble. Todo lo contrario le ocurre a la cultura del otro lado de la orilla; es decir, la andina, aquella es en términos de la oficialidad, es una cultura marginal, poco elaborada, etc. Sin embargo, lo real es que lo andino sí está con una vitalidad imbatible.

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Por otro lado, todo lo armado en torno al sepelio del Zambo me pareció una demasía ofensiva a quienes sí han contribuido no sólo a la cultura popular sino a la cultura nacional. Me refiero a Romualdo, Adolph, Bendezú y otros, mucho otros, auténticos creadores, cuyas muertes pasaron casi desapercibidos por el simple hecho que el presidente no los visitó en sus lechos mortuorios o acompañó en el velatorio; o por el hecho que los medios no hicieron cadena nacional, enlutando así al país.

Así somos, injustos y desiguales, incluso, para velar y enterrar a nuestros muertos.

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