Terminator salvation

Las bodas de plata siempre son buenos motivos para celebrar. En el cine los motivos se multiplican, pues significa recrear íconos del celuloide y, de paso, disimular la falta de imaginación y embolsicarse unos milloncitos que nunca están de más. Sucedió con la Guerra de las Estrellas, con ET y ahora con Terminator, aquella cinta que consagró a James Cameron e hizo de Linda Hamilton una de las diosas de la ciencia ficción.

Veinticinco años después, lo que veremos no es a la mamá o al androide salvarnos de robots desbocados que quieren dominar al mundo, sino al heredero, al hijo ya crecido, John Connor, que simplemente quiere sobrevivir porque el mundo ya está dominado por esas latas destructoras que son cada vez más invencibles.

Quizá ese es uno de los atractivos de la cinta: espectar un mundo ya vencido, envuelto en un halo destructivo que está bien puesta en escena con un tono grisáceo y marrón que describe a la perfección ese escenario apocalíptico que enmarca la película, y que, para nuestro gusto tiene el momento más sugerente cuando presenta al ícono principal, de esta saga clásica, al más malencarado robots de todos los tiempos, nos referimos a Arnold Schwarzenegger, pero no en una versión real, sino virtual (la magia del cine que le dicen). Ese momento engancha perfectamente con los recuerdos de hace veinticinco años que hicieron de Terminator, una de las cintas fundamentales del genero ficción.

Realmente la mejor entrada de la semana que deberíamos verla con atención porque promete regresar con dos o tres versiones más. Esa es la fortaleza de las creaciones clásicas; es decir, siempre se renuevan.

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

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