Bryce en Arequipa

Desde la tarde del miércoles hasta el medio día de hoy, sábado, Alfredo Bryce Echenique ha estado en la Ciudad Blanca. Su misión principal fue presentar su más reciente libro de cuentos La esposa del Rey de las Curvas, pero la otra ha sido recibir muestras inagotables de cariño y reconocimiento que, sospecho, el escritor nunca imaginó.

He sido testigo de eso, principalmente el jueves en la mañana ante cientos de estudiantes del Colegio Independencia Americana y luego en el Aula Magna Simón Bolívar de la UNSA. Allí lo más estimulante fue ver las enormes colas que se formaron horas antes de su presentación (siete de la noche) para ingresar al recinto.

Adolescentes y estudiantes de educación y literatura de la casa agustina coparon el lugar para ver y escuchar a uno de nuestros escritores más emblemáticos. Bryce habló de su reciente libro que reúne cuentos basados, según él, en su propia historia de vida, lo cual nos traslada a la siempre difícil definición entre lo real y ficticio. Rememoró su primera obra Huerto cerrado; confesó como es que de un simple cuento, Un mundo para Julius se fue transformando en la novela que lo consagró internacionalmente; reconoció que su ficción más entrañable es Tantas veces Pedro, etc. También respondió inquietudes de profesores y estudiantes de literatura y lo hizo de manera sencilla, didáctica para señalar la condición elemental de todo aquel que quiera seguir la literatura como vida y carrera: la disciplina.

Luego vino la parte más formal que ocurrió el viernes: la condecoración de la universidad agustina que, luego de mucho tiempo, es entregada a un verdadero personaje del mundo intelectual. Mi agrado se lo manifesté personalmente al vicerrector agustino, Víctor Linares Huaco, además le expresé mi deseo que las condecoraciones agustinas no se entreguen como volantes y, lo peor, a personas inmerecidas. En otras palabras, ojalá que la condecoración agustina que hace poco le fuera entregada al general Donayre, sea el último eructo que profieren sus autoridades.

Pero volviendo a Bryce, durante su estancia en nuestra ciudad, el autor desparramó simpatía. Mucho más cuando estaba con unos tragos de más, lo cual lo hace más hipnotizador. No faltó, secretamente, el tema de los plagios en los que está envuelto; sin embargo, aquellos que seguimos y crecimos alimentándonos de la obra de Bryce, hacemos un distinción entre lo que es su obra literaria y su trabajo de opinión. Se le juzga por lo segundo. La primera sigue inmaculada, y si Bryce ya ocupa un lugar entre los grandes es por ese trabajo, y es lo que siempre releeremos de él.

Puntuación: 4.40 / Votos: 10

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