Quantum of solace

Nuevamente en pantalla grande el espía más famoso del cine, encarnado por segunda vez por Daniel Craig, uno de los Bonds más controvertidos de toda la saga (se le acusa del ser un proletario frente al garbo y atractivo de sus antecesores).

En esta ocasión, el espía británico tiene una doble pelea: contra aquellos que lo han traicionado, empezando por su propia amante, y contra los que quieren dominar el mundo a través del control del agua (en ese sentido, el filme resulta totalmente visionario).

Para seguir mejor la trama, que empieza con una persecución trepidante, nos aunamos a aquellos que recomiendan ver nuevamente Casino Royale, la anterior cinta de Craig, pues justamente la película arranca en el momento donde Casino termina; por otro lado, eso nos ayudará a entender porqué este Bond está totalmente incontrolado, lleno de odio y con una sed insaciable de venganza (quizá sea uno de los capítulos de la saga donde más muertes se ve).

Para nosotros, seguidores antiguos de Bond y acostumbrados a verlo en lugares soñados y hoteles lujosísimos, esta cinta tiene un atractivo especial; pues, buena parte de la cinta se desarrolla en los lugares más sórdidos de nuestra vecina Bolivia, y, lo que es mucho mejor, con el fondo musical de un compatriota: Jaime Cuadra. Así, podremos escuchar, en género chillout, nuestros clásicos Regresa, Cholo soy y El provinciano. Quizá ese sea el consuelo ante la ausencia del ancestral tema de Monty Norman, así como la famosísima frase de My name is Bond, James Bond, tremendos abandonos que convierten a este Bond en un espía casi extraño y envuelto en una historia muy enrevesada.

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