El síndrome Obama

El reciente triunfo de Barack Obama ha generado tanta alegría y expectativa que, incluso, se habla de cambios radicales en el país más poderoso del orbe y, consiguientemente, en todo el mundo. Creo que no es para tanto. Sospecho que hay demasiado entusiasmo injustificado, pues me imagino que para él y su equipo, es más importante ordenar la casa internamente que pensar en cambiar el mundo.

Los analistas señalan que la carga económica que hereda Obama es tan gigantesca que le hará falta otro gobierno para salir de su estado catatónico y recuperarse. Y eso que solamente menciono uno de los tantos problemas que tiene ese país (el otro que por lo menos me fue muy visible hace unos años, fue el de la paranoia originada por el ataque del 11 de setiembre). Vista así las cosas, es poco probable que los demócratas que hoy dirigirán al coloso del norte, se ocupen de patios traseros como Latinoamérica, que es lo que seguimos siendo para ellos.

Por eso creo que no hay que entusiasmarse; o en todo caso hacerlo por lo que realmente significa el triunfo de Obama: el simbólico; es decir, que un negro haya asumido la presidencia de un país cuya historia no puede explicarse sin la esclavitud negra y que ha hecho de la cultura racial una industria, es de una trascendencia simbólica que, ojala, tenga repercusiones en todas las sociedades del mundo, principalmente en la nuestra, profundamente excluyente, primordialmente por el racismo.

Una situación que me llamó la atención, conocido el triunfo de Obama, fue la inmediatez (actitud muy peruana) de varios de nuestros políticos que, al puro estilo de yo lo descubrí chocherita, salieron a confesar su estrecha amistad con el nuevo presidente americano. La más alucinante ha sido del ex presidente Toledo que incluso se ha atrevido a hacer un paralelo entre él y Obama; es decir, Obama es el Toledo americano, pues ha sido pobre, de las punas, lustrabotas en la infancia, etc., etc. Obviamente todo es inexacto, pero vaya atrevimiento.

En todo caso, si se trata de hacer un paralelo en términos de reivindicación étnica, ojala que Obama no repita el error de Toledo, pues recordemos que el cholo power, el indio sano y sagrado cuando asumió la presidencia de nuestro país, en lugar de reivindicar y enaltecer esa figura en el imaginario nacional, la empeoró más; es decir, la frivolidad de Toledo, su picardía, y vacuidad intelectual hizo que muchos confirmaran lo que mi abuela me repite: cuídate del cholo con plata.

Pero regresando a Obama y recapitulando tanto entusiasmo, que, repito, no comparto, (aunque, de abrirle juicio a Bush, podría cambiar de opinión) me ha llamado la atención las del siempre cáustico Michael Moore, que comparto ahora con ustedes.

Pellízquenme, que estoy soñando

¿Quién de entre nosotros no se ha quedado sin habla? Brotan lágrimas de alegría, de alivio. ¡Qué enorme y aplastante avalancha de esperanza en una época de profunda desesperación! En una nación que fue creada sobre el genocidio y luego creció a expensas de esclavos, éste ha sido un momento inesperado, espeluznante en su sencillez: Barack Obama, un hombre bueno, un negro, dijo que traería el cambio a Washington y a la mayoría del país le gustó la idea. Los racistas estuvieron presentes durante toda la campaña y también en la soledad del voto, pero ya no son la mayoría y nuestra generación va a asistir al fracaso de su odio.

La pasada noche fue también testigo de otra importante primicia. Nunca antes en nuestra historia habíamos elegido como presidente a un candidato contrario a la guerra en tiempos de guerra. Espero que el presidente electo Obama recuerde esto cuando tenga la tentación de intensificar la guerra en Afganistán. La fe que ahora tenemos se disolverá si olvida el argumento principal con el que derrotó a sus contrincantes demócratas en las primarias y luego a un héroe de guerra en las elecciones generales: el pueblo de Usamérica está harto de guerra. Harto y cansado. Y ayer lo gritó fuerte y claro.

Han tenido que pasar 44 años antes de que un candidato demócrata obtenga el 51% del voto. Eso ha sido así porque a la mayoría de los usamericanos no les han gustado los demócratas. Saben que rara vez tienen agallas para hacer lo que deben o para defender a esos mismos trabajadores a quienes dicen apoyar. Pues bien, he aquí su oportunidad. Se la han ofrecido en bandeja al votar a un hombre que no es un político de poca monta ni el eterno burócrata provinciano. ¿Se convertirá ahora en uno de ellos o los obligará a ser como él? Crucemos los dedos para opte por la segunda opción.

Hoy celebramos este triunfo de la honradez contra el ataque personal, de la paz contra la guerra, de la inteligencia contra la fe del carbonero que vive convencido de que Adán y Eva se paseaban sobre dinosaurios hace sólo 6.000 años. ¿Cómo será eso de tener un presidente con cerebro? La ciencia, desterrada durante ocho años, regresará. Imaginen lo que puede suceder si respaldamos a las mentes más preclaras de nuestro país cuando traten de curar la enfermedad, de descubrir nuevas formas de energía y de trabajar para salvar el planeta. Lo sé, estoy soñando, pellízquenme.

También podríamos ser testigos de un tiempo refrescante, de ilustración y creatividad. Las artes y los artistas no serán considerados como el enemigo. Quizá se explore el arte para descubrir las verdades más trascendentales. Cuando el presidente Franklin Delano Roosevelt fue elegido por abrumadora mayoría en 1932, lo que siguió fue Frank Capra y Preston Sturgis, Woody Guthrie y John Steinbeck, Dorothea Lange y Orson Welles. Durante toda la semana los medios me han estado haciendo la siguiente pregunta: “Oye, Mike, ¿qué vas a hacer ahora que ya no está Bush?” ¿Están bromeando? ¿Cómo será eso de trabajar y crear en un ambiente que alienta y apoya el cine y las artes, la ciencia y la invención y la libertad para que cada uno sea lo que quiera ser? ¡Que mil flores florezcan! Hemos iniciado una nueva era y, si se me permite que resuma nuestro pensamiento colectivo de esta nueva era, helo aquí: todo es posible.

¡Un usamericano de origen africano ha sido elegido Presidente de este país! ¡Todo es posible! Podremos arrancar nuestra economía de las manos de los ricos irresponsables y devolvérsela a la gente. ¡Todo es posible! Cualquier ciudadano podrá tener atención sanitaria asegurada. ¡Todo es posible! Podremos impedir que se derrita el hielo polar. ¡Todo es posible! Quienes han cometido crímenes de guerra serán juzgados. Todo es posible.

No nos queda mucho tiempo. Hay tanto trabajo por hacer. Pero ésta es la semana que se nos ha concedido a todos nosotros para deleitarnos con este gran momento. Seamos humildes. No tratemos a los republicanos de nuestro entorno como ellos nos han estado tratando los ocho años pasados. Mostrémosles la gracia y la bondad que Barack Obama ha transmitido durante toda la campaña. Incluso si recibió todos los insultos habidos y por haber, se negó a bajar a las cloacas y a responder con cieno. ¿Podremos seguir su ejemplo? Será difícil, lo sé.

Quiero dar las gracias a todos los que ofrecieron su tiempo y su dinero para que esta victoria fuese posible. Ha sido un largo camino y el daño que se le ha hecho a este gran país es enorme, por no mencionar a los muchos que han perdido su trabajo, que han dado en bancarrota a causa de los gastos médicos o que han sufrido al ver cómo a un ser querido lo enviaban a Irak. Ahora, trabajaremos para reparar ese daño. Y no será fácil.

¡Pero qué magnífica manera de empezar! Barack Hussein Obama, el presidente número 44 de Usamérica. ¡Fantástico! Lo digo en serio: ¡Fantástico!

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