Obama y la literatura

A menos que ocurra, como decimos aquí, un golpe a la polla, Barack Obama será el próximo presidente del, aun, país más poderoso del planeta: Estados Unidos. ¿Nos interesa las elecciones americanas? Claro que nos interesa, y mucho, pues nunca como ahora esa elección ha concitado tanta expectativa, al extremo que muchos creen que de no salir elegido este hijo de kenyano y madre americana, la crisis financiera mundial se precipitará un más.

Obviamente, del candidato democráta se ha escrito mucho, pero lo que más me llama la atención es esta reseña que ha hecho Gustavo Faveron desde la visión literaria; es decir, qué lee y/o escribe Obama. Gran entrada para saber, también, quién será el próximo presidente americano y una notable variable que debería aplicarse a otros candidatos presidenciales empezando por casa, pues recuerdo que, justamente, a Valentín Paniagua, se le conocía en el Congreso de entonces como el que tenía una biblioteca; es decir, ante la medianía o ignorancia absoluta de la gran mayoría de nuestros parlamentarios, uno que tuviera una biblioteca; es decir, que leía, era una cosa extrañísima, una especie rara, alguien que desentonaba totalmente.

Solo escuchando hablar a muchos de nuestros políticos, uno ya puede sacar conclusiones de su nivel. Ahora, si los sometemos al ejercicio de la composición y redacción, eso ya sería, estoy segurísimo, un tormento que desnudaría su absoluta inhabilidad. Pero de qué me sorprendo, si eso lo descubro todos los días en la misma universidad, no entre mis alumnos, sino entre mis colegas, y lo que es peor, entre las máximas autoridades.

Pero dejemos eso de lado y conozcamos al próximo presidente americano desde la visión literaria.

Obama, McCain, Philiph Roth. Un poquito de literatura en las elecciones americanas
…A los amantes de la literatura les deben interesar un par de rasgos de Obama: por un lado, es un narrador fino y fluido, emocionante, sólido, autor, entre otras cosas, de unas memorias que tuvieron excelente recepción mucho antes de que él se convirtiera en una figura a escala nacional.

Por otro lado, es un lector ávido y cuenta entre sus autores favoritos a William Shakespeare, Mark Twain, Herman Melville, E.L. Doctorow, David Grossman, Samuel Bellow, Philip Roth y Toni Morrison.

Entre los escritores de estirpe más popular, Obama habla con frecuencia, también, de su gusto por Leon Uris. Y si ponemos el nombre de Uris junto a los de Grossman, Bellow y Roth, descubrimos que es probablemente cierto lo que suele decir: que su sensibilidad literaria se modeló fuertemente bajo la influencia de autores judíos (incluyendo a teólogos y hebraístas). Quizá a ello se deba, al menos en cierta parte, el hecho de que la inmensa mayoría de los judíos norteamericanos piensen votar por él mañana, 4 de noviembre.

(Dicho sea de paso, como suele ocurrir con los demócratas, Obama es largamente el candidato de la esfera artística, cultural y literaria en Estados Unidos, habiendo recibido el apoyo de cuanta cabeza visible tiene el establishment hollywoodense, virtualmente toda la escena indie e innumerables escritores, y teniendo entre los espectáculos que abren sus mítines a músicos de la estatura de Bruce Springsteen y Wilco (grupo que, se rumorea, pondría la música en la ceremonia de asunción del mando, si Obama resultara ganador).

Luego de que, en una entrevista, Obama señalara que entre sus autores judíos más queridos se hallaban los que nombré más arriba, el entrevistador, Jeffrey Goldberg, le preguntó en otra conversación, al candidato republicano John McCain cuáles eran sus favoritos en las letras judías. La respuesta de McCain fue rápida y, al principio, no poco interesante: Elie Wiesel y Victor Frankl.

Lamentablemente, de inmediato, McCain nombró a su escritor preferido por sobre cualquier otro: Herman Wouk, autor de unas intragables novelotas bélicas que, al parecer, son el non plus ultra de la literatura mundial para el senador por Arizona. Cuando Jeffrey Goldberg le preguntó específicamente por Philip Roth, McCain respondió con una sola frase. Not a big fan.

No sé si habrá sido una respuesta sincera o una pequeña e improbable vendetta: en más de una entrevista Roth ha declarado que votará por Obama, no sólo porque le agrada su “posición dentro de la línea del Partido Demócrata”, sino también porque el triunfo de un candidato negro sería la expresión de una creciente superación social del racismo en los Estados Unidos, y la igualdad racial, dice Roth, es quizá un fenómeno “más apremiante en Norteamérica que el de la igualdad de los géneros”.

Roth, por otra parte, no parece ser un empecinado votante demócrata, sino más bien lo que aquí llaman un swing voter, alguien que a veces vota azul (demócrata) y a veces rojo (republicano). De hecho, Roth agrega otra cosa: nunca ha votado por un candidato triunfador. Quizás esta vez (ojalá) esa novela tenga un final más feliz.

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