Aclaración

Recibí la llamada estando en Lima y en plena conferencia sobre los Derechos Humanos. ¿Has visto el video?, me preguntaron. De qué hablas?, respondí. Ya te mando la dirección. Corte. En la noche abrí mi correo y allí estaba la dirección. Apunté la flecha, manito, click. Aparecí en youtube: un video me tildaba de patriota por estar denunciando los doctorados bamba (léase, falsos) de la Universidad Nacional de San Agustín.

Luego de verlo sentí incomodidad y desagrado. Incomodidad porque yo, para ese video, no he sido consultado; han sustraído mi nombre y una foto mía y la han puesto en medio de un mensaje antojadizo y ofensivo. Es decir, lo que ha ocurrido es que un espantadizo mentecato que se esconde bajo el seudónimo de doctoresbamba.blogspot.com ha colgado este video en youtube que sólo persigue enlodarme con el pretexto de denunciar una forma más como algunas autoridades de la Universidad Nacional de San Agustín, vienen mancillando a esa Casa Superior de Estudios.

Es cierto que en El Búho, semanario al que pertenezco, desde hace buen tiempo hemos tratado ese caso. Pero lo hemos hecho de manera seria, profesional y decente: hurgando, investigando, recopilando documentos y presentándolo de manera responsable, con buena pluma, dando la cara, etc. Es decir, El Búho no se ha escondido y mucho menos ha usado seudónimos o hecho circular mamarrachos como el que hoy circula en youtube (donde, por cierto, también aparece Mabel Cáceres). Hasta allí mi incomodidad.

Pero el video también me ha desagradado porque está pésimamente hecho. La imagen, edición, sonido e incluso

música es de una medianía paralizante. Quizá lo peor es el Ebony And Ivory de Paul Mccartney que usan como cortina que, por cierto nunca me gustó por su meliflua letra.

Pero más allá de eso, lo realmente preocupante es cómo, a pesar de varios beneficios y posibilidades de la sociedad infocomunicacional en la que estamos viviendo, no se ha superado los viejísimos estilos que tiene que ver con lo más pérfido de la conducta humana. Es decir, ese video infame que se esconde detrás de un pávido seudónimo, es una variante de los antiguos volantes que circulaban anónimamente en la universidad y que era, por excelencia, la fórmula con la que se aniquilaba a un contrincante político. Es decir, la receta y el estilo de los felones por antonomasia que, a falta de argumentos, se escondían en esos papeluchos que, diligentemente, dejaban en los baños (su habitat natural).

La tecnología pues, no viene acompañada, no garantiza la creación de una mejor persona. Parafraseando a los viejos Parsons o Durkheim, los valores no vienen en software; al contrario, puede sofisticar o intensificar el hedor de un alma (uso el vocablo porque nuestro presidente lo ha puesto de moda) que nació maloliente.

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