Aclaración
Es cierto que en El Búho, semanario al que pertenezco, desde hace buen tiempo hemos tratado ese caso. Pero lo hemos hecho de manera seria, profesional y decente: hurgando, investigando, recopilando documentos y presentándolo de manera responsable, con buena pluma, dando la cara, etc. Es decir, El Búho no se ha escondido y mucho menos ha usado seudónimos o hecho circular mamarrachos como el que hoy circula en youtube (donde, por cierto, también aparece Mabel Cáceres). Hasta allí mi incomodidad.
Pero el video también me ha desagradado porque está pésimamente hecho. La imagen, edición, sonido e incluso
música es de una medianía paralizante. Quizá lo peor es el Ebony And Ivory de Paul Mccartney que usan como cortina que, por cierto nunca me gustó por su meliflua letra.
Pero más allá de eso, lo realmente preocupante es cómo, a pesar de varios beneficios y posibilidades de la sociedad infocomunicacional en la que estamos viviendo, no se ha superado los viejísimos estilos que tiene que ver con lo más pérfido de la conducta humana. Es decir, ese video infame que se esconde detrás de un pávido seudónimo, es una variante de los antiguos volantes que circulaban anónimamente en la universidad y que era, por excelencia, la fórmula con la que se aniquilaba a un contrincante político. Es decir, la receta y el estilo de los felones por antonomasia que, a falta de argumentos, se escondían en esos papeluchos que, diligentemente, dejaban en los baños (su habitat natural).
La tecnología pues, no viene acompañada, no garantiza la creación de una mejor persona. Parafraseando a los viejos Parsons o Durkheim, los valores no vienen en software; al contrario, puede sofisticar o intensificar el hedor de un alma (uso el vocablo porque nuestro presidente lo ha puesto de moda) que nació maloliente.