Charles Tilly, sociólogo universal

Para el mundo de las ciencias sociales, en especial el de la sociología, ha sido muy sentida la reciente partida de Charles Tilly, uno de los más importantes sociólogos del mundo contemporáneo, aunque poco conocido en el mundo académico local. Para conocer un poco de quién hablamos y a modo de distinción a este gran sociólogo norteamericano, comparto con ustedes un sentido homenaje que ha hecho nuestro colega Nicolás Lynch, aparecido recientemente en el diario La República.

Charles Tilly, sociólogo universal

El pasado 29 de abril murió a los 78 años Charles Tilly, uno de los más importantes sociólogos contemporáneos. Tilly, oriundo del “midwest” norteamericano y con un doctorado en la Universidad de Harvard, donde estudió con Talcott Parsons y Barrington Moore, hubiera estado destinado por su biografía a ser un sociólogo más, ciertamente brillante por sus cualidades personales, del estructural funcionalismo dominante en su juventud,

justificador del “sueño americano” del cual él mismo era producto. Pero no fue así. Inspirado por Marx, Weber y el propio Moore, le dio un giro a la sociología estadounidense, desarrollando la vertiente histórico-comparativa, donde el contexto histórico, las grandes estructuras, el Estado y los actores colectivos tendrían una importancia crucial.

Sus 51 libros y más de 600 artículos académicos dan cuenta de un investigador social que no cejó jamás en producir teoría a partir de montañas de números y documentos. Es más, frente a aquellos que nos desanimamos cuando nos fallan las hipótesis en un proyecto de investigación, Tilly siempre repetía que no hay mejor orientación que un fracaso y que los buenos libros, como también repetía Marx, están empedrados de muchos fracasos, hasta que finalmente se encuentra el camino adecuado.

Conocí a Tilly en el otoño boreal de 1986, cuando fue mi profesor en el seminario doctoral donde se discutían los proyectos de tesis, en el New School for Social Research en Nueva York. Su insistencia en construir enfoques para enfrentar problemas de investigación y su crítica– con un texto en la mano– fueron una escuela fundamental. Como decía un compañero de estudios, había que tener capacidad para resucitar cada vez que uno debatía con Tilly. No me llevé bien con él, su distancia y cierta desconfianza sobre las ciencias sociales en América Latina así como las chispas de nuestros caracteres, llevaron a más de un intercambio áspero e hicieron que nos alejáramos. Pero ello no fue óbice para que dejara en mí las huellas del maestro.

Quizás si lo más admirable del enfoque y la producción de Tilly es que desarrolló una escuela sociológica a contrapelo de la época que le tocó vivir. Los últimos 40 años, que son precisamente los de su actividad académica, han sido los tiempos de ofensiva neoliberal, de la glorificación del individualismo y el mercado en contra de la acción colectiva y el Estado, estos dos últimos, precisamente, los temas de Tilly.

El maestro nos enseña, con una formidable cantidad de evidencias, que allí donde hay opresión hay resistencia y eventualmente lucha por transformar las condiciones de esa opresión y que la gente se junta para lograr sus intereses porque ello suele ser eficiente. Producto de la lucha y la acción colectiva es la vida moderna, que no llega por correo ni, por supuesto, como fruto del mero crecimiento económico.

Descansa en paz maestro, que haya otros que recojan tu coraje de investigador.

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