Ha veintiocho días de las elecciones presidenciales, en el Perú vivimos una contienda electoral no apta para cardíacos. Esta elección es una de las más inestables, dos candidatos excluidos por el Jurado Nacional de Elecciones, un candidato detenido que hace campaña desde un penal de máxima seguridad y otros candidatos que emprenden la retirada o los retiran a la fuerza por miedo a perder la inscripción de su partido (sí los partidos políticos no superan el 5% de los votos válidos o no logran obtener seis congresistas en más de un distrito electoral pierden la inscripción).

En este escenario complicado, inestable, difícil haré un sencillo análisis de lo que modestamente creo, está sucediendo con la política en nuestro país y lo resumo en cuatro puntos:

Primero: Los Peruanos están decepcionados de sus líderes políticos y sus partidos políticos, especialmente los que ya gobernaron; existe un rechazo fuerte a los partidos tradicionales, expresado en manifestaciones en las calles, huevazos a los candidatos y un sin número de incidentes que demuestran que los Peruanos están cansados de la política. En este saco se encuentra Alan García, Alejandro Toledo y Keiko Fujimori. La hija de Alberto Fujimori representa la continuidad del gobierno de su padre, al menos eso percibe la gente y es algo que Keiko no ha sabido apaciguar; por lo tanto también está en este grupo, aunque el 30% que le dan las encuestas la ponen como fija en la segunda vuelta. Me complace saber que Alan, Toledo y la misma Keiko difícilmente estén en las próximas elecciones.

Segundo: En ese escenario de rechazo a los políticos tradicionales, pareciera que los peruanos están en búsqueda de la “novedad política”. Alguien nuevo, no importa mucho su ideología, porque la decepción de Ollanta Humala y Susana Villarán parece ser suficiente para decepcionarse de los de izquierda o derecha. Y es que en el Perú no importan las ideologías, lo importante es que se resuelvan los problemas, que se robe menos y que se haga obra, es lo que la mayoría de peruanos quiere. En este contexto apareció la ola morada, con Julio Guzmán, que aferrado a una estrategia inicial en redes sociales y con ayuda innegable de los medios de comunicación y varios grupos de poder económico, se convirtió en el famoso “outsider”. Guzmán se preocupó mucho en el marketing electoral y su imagen, que descuido los temas legales de su vientre de alquiler, esto lo llevo al dilema que se encuentra. Para mí, hace rato esta fuera de la contienda electoral; sin embargo, queda expedito para el 2021, tiene todo para victimizarse por las torpezas del Jurado Nacional de Elecciones y cinco años para construir una verdadera organización política que le permita competir en las próximas elecciones en mejores condiciones. Tendremos a Julio Guzmán y la antorcha morada con fuerza en el 2021.

Tercero: En el caso Acuña me complace ver lo que sucede con el “oportunismo político”, muchos se subieron a la combi y se estrellaron, muchos se subieron al barco cuando parecía llegar a buen puerto y ahora muchos se están tirando al mar. Una campaña electoral necesita muchos recursos económicos pero no es lo principal; se puedes tener todo el dinero del mundo pero si no tienes un buen candidato estás condenado al fracaso. Las alianzas son importantes en una campaña, pero si solo te une a tu aliado los votos que vas a obtener, estas alianzas no duran, pasa la campaña y se termina el amor o lo que es peor te pueden sacar la vuelta en plena campaña electoral, para no olvidar al candidato que fijó su estrategia en sus recursos económicos y tratando de vender una imagen de académico lleno de títulos, probablemente comprados; y por ahí vino la debilidad de este candidato que lo dinamitó, dudo mucho que pueda recuperarse.

Cuarto: Con la exclusión de Julio Guzmán y Cesar Acuña, por sus propias torpezas, el suelo esta parejo para Keiko Fujimori, quién es la mayor beneficiada. PPK, Barnechea y Verónika Mendoza dicen que les hubiese gustado ganar en la cancha, pero desde luego están festejando la coyuntura actual. Estoy seguro que PPK pasará a segunda vuelta junto a Keiko Fujimori, configurándose un escenario fatal para los electores que discrepamos de ambas opciones, desgraciadamente es lo que creo que se va a pasar. Barnechea y Verónika Mendoza difícilmente logren avanzar; sus candidaturas han empezado demasiado tarde, no les queda mucho tiempo para duplicar su intención de voto y menos para construir una maquinaria electoral. Salvo que suceda algún suceso inesperado que cambie la muerte anunciada que nos espera, en fin en política cualquier cosa puede pasar, no soy adivino pero si me gusta pronosticar, a veces atinamos y a veces no.