Derecho y Literatura

”Derecho y Arte”, por Lorenzo Zolezzi

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“Derecho y Literatura”, por Carlos Gatti

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Derecho y Literatura con François Ost

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“Derecho y Literatura” por Fernando de Trazegnies.

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Presentación de la Revista Peruana de Derecho y Literatura N° 5

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DECANO PEDRO ANGULO ARANA: En la Presentación del quinto número de Revista Peruana de Derecho y Literatura

prensa

NOTA DE PRENSA N°015

Presentan quinto número de Revista Peruana de Derecho y Literatura

Con la presencia del decano del Colegio de Abogados de Lima, Doctor Pedro Angulo Arana, la Revista Peruana de Derecho y Literatura presentó su Quinto Número en la sala Baquijano y Carrillo en la sede principal de la bicentenaria institución.

El objetivo de la revista, indicaron sus promotores los Doctores, José Calvo Gonzales, Carlos Ramos Núñez, Miguel Torres Méndez y Omar Sumaria Benavente, es difundir el estudio interdisciplinario de Derecho y Literatura, para reforzar los conocimientos de los abogados, juristas y estudiantes.

En http://www.cal.org.pe/v1/decano-pedro-angulo-arana-en-la-presentacion-del-quinto-numero-de-revista-peruana-de-derecho-y-literatura/

CEC ORGANIZA EN VERANO DOS CONFERENCIAS SOBRE DERECHO, LITERATURA Y ARGUMENTACIÓN

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CEC ORGANIZA EN VERANO DOS CONFERENCIAS SOBRE DERECHO, LITERATURA Y ARGUMENTACIÓN

El Centro de Estudios del Tribunal Constitucional (CEC), bajo la dirección del magistrado Carlos Ramos Núñez, y en el marco de las actividades que el CEC ha planificado para este año, llevará adelante las conferencias denominadas “Justicia constitucional y Literatura”  y “Narrativismo jurídico: interpretación y argumentación en materia de hechos”, ambas a cargo del reconocido jurista español Dr. José Calvo González.

Estas actividades académicas se realizarán en el siguiente orden:

1.    El 16 de febrero de 2016: “Justicia constitucional y Literatura”, en el que participarán como panelistas los doctores Francisco Távara Córdova y Lorenzo Zolezzi Ibárcena.

2.    El 17 de febrero de 2016: “Narrativismo jurídico: interpretación y argumentación en materia de hechos”, en el que participará como panelista el doctor Iván Rodríguez Chávez.

Ambos eventos se desarrollarán en la sede del Centro de Estudios Constitucionales, ubicado en Los Cedros 209, San Isidro. Quienes quieran asistir a uno o a los dos eventos deben inscribirse enviando un correo cec@tc.gob.pe o llamando al (051) 4403589. La certificación es gratuita. Dichos eventos se iniciaran a las 18:00 hrs.

El Dr. José Calvo González, profesor de universidades, jurista reconocido e investigador erudito, hombre de letras en el amplio sentido de la palabra, es uno de los más grandes conocedores de un tema complejo y de suyo apasionante: la relación entre el derecho y la literatura. Con una apreciable suma de aportes teóricos, sus valiosas reflexiones están plasmadas en una serie de textos, tanto individuales como colectivos, de entre cuyo vasto censo debe destacarse El discurso de los hechos. Narrativismo en la interpretación operativa; Derecho y narración. Materiales para una teoría y crítica narrativista del Derecho; La Justicia como relato. Ensayo de una semionarrativa sobre los jueces; Implicación Derecho Literatura; Contribuciones a una teoría literaria del Derecho (José Calvo González, Dir.); Redacción de Sentencias; Filosofía jurídica y siglo XXI. Ocho panoramas temáticos (José Calvo González & Cristina Monereo Atienza, Coords.); El alma y la ley. Tolstói entre juristas. España 1890-1928; Derecho y literatura hispánica (José Calvo González, coord.); entre los más importantes.

En http://www.tc.gob.pe/tc/cec/notaprensa/nota/cec/not-f86b68bfb7715c65e332d5b61c5d7f2a

 

El derecho como literatura

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por José Calvo González

 

Resurrección

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León Tolstoi

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Resurrección

Un colega me obsequió un ejemplar de esta obra por mi cumpleaños…

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El caballero Carmelo

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Abraham Valdelomar

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El zorro y el cuy

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Alguien, un desconocido hacía destrozos en una chacra, de noche. Esto sucedió hace mucho tiempo. Las plantas amanecían rotas y a medio comer. Entonces, el dueño de la chacra construyó una trampa, la puso en el lugar adecuado y esperó atento, sin cerrar los ojos en ningún momento. A la media noche escuchó unos gritos; alguien había caído en la trampa.

Era un cuy grande y gordo. El dueño lo amarró a una estaca y regresó a su casa. -Mañana temprano hiervan agua para pelar un cuy. Almorzaremos cuyecito – les dijo a sus tres hijas, antes de irse a acostar. El cuy, amarrado a la estaca, forcejeaba y mordía inútilmente la soga.
Y, así lo encontró un zorro que pasaba por allí.

– Compadre – le dijo el zorro – ¿Qué has hecho para que te tengan así? -Ay, compadre, si supieras mi suerte -le dijo el cuy -. Yo enamoraba a la hija más gorda del dueño de esta chacra y ahora él quiere que me case con ella. Pero esa joven ya no me gusta.

También quiere que aprenda a comer carne de gallina que a mí me da asco. Así le mintió el cuy. Después, haciéndose el sonso, exclamó el muy ladino: – Creo que a ti sí te gusta la carne de gallina. – A veces, le dijo el Zorro, también haciéndose el sonso. -¿Por qué entonces no me desatas y te pones en mi lugar? Así te casarás con una joven gorda y comerás carne de gallina todos los días. -Te haré ese favor, compadre – le dijo el zorro. Al día siguiente, muy temprano, cuando el dueño de la chacra vino a llevarse al cuy, encontró al zorro.

– ¡Desgraciado! ¡Anoche eras cuy y ahora eres zorro! Igual te voy a zurrar – dijo el dueño dándole latigazos.

– ¡Sí me voy a casar con tu hija! ¡Te lo prometo! También te prometo que comeré carne de gallina todos los días- gritaba el zorro. Al oír este atrevimiento, el dueño lo azotaba con más fuerza, hasta que en una tregua de la tunda, el zorro le explicó toda la mentira del cuy. El dueño se puso a reír y después lo soltó, un tanto arrepentido de haber descargado su ira en otra persona. Desde ese día, el zorro comenzó a buscar al cuy. Quería cobrarse la revancha de todos los latigazos que recibió del chacarero.

Un día se topó con él y pensó que había llegado la hora de la venganza. El cuy, viendo que ya no podía huir se puso a empujar una enorme roca y el zorro se le acercó para cumplir su cometido; pero, el cuy reaccionó:

– Compadre zorro – le dijo – a tiempo has venido. Tienes que ayudarme a sostener esta roca. La santa tierra se va a voltear y esta roca puede aplastarnos a todos. Al comienzo el zorro dudaba, pero la cara de asustado que ponía el cuy terminó por convencerlo.

Y empezó a ayudarlo, es decir, a sostener la gigantesca roca. Después de un rato, el cuy le dijo: – Compadre, mientras tú empujas yo voy a buscar una piedra grande o un palo para acuñar esta roca. Paso un día, dos días, y el cuy no volvía con la cuña. El zorro ya no podía más. “Soltaré la roca aunque me mate”, pensó. Dio un salto hacia atrás, pero la roca ni se movió.

– Otra vez me ha engañado- dijo-. Pero, ésta será la última porque lo voy a matar. Día y noche le siguió el rastro hasta que lo encontró junto a un corral abandonado. El cuy lo vio de reojo, calculó que ya no podía escapar. Entonces se puso a escarbar el suelo.

– Rápido, rápido -decía como hablando para sí mismo -. Ya viene el juicio final, va a caer lluvia de fuego.

– Bueno, compadre mentiroso, hasta aquí has llegado – le dijo el zorro-. Te voy a comer.
– Está bien, compadre – le dijo el cuy- pero ahora hay que hacer algo más importante.
Ayúdame a hacer un hueco porque va a llover fuego. El zorro se puso a ayudar. Cuando el hueco ya estuvo hondo, el cuy saltó dentro de él.

– Échame tierra, compadre zorro – le rogaba el cuy-. Tápame por favor, no quiero que me queme la lluvia de fuego.
El zorro, asustado, le contestó: – Viendo bien las cosas, tú eres menos pecador que yo. A ti no te castigará demasiado la lluvia de fuego. Mejor entiérrame tú.

– Tienes razón compadre. Cambiemos, pues, de lugar – le dijo el cuy, saliendo del hueco. El cuy no solamente le echó tierra, sino también, ortigas y espinas. Y mientras lo tapaba iba diciendo:
-¡Achacau, achacau, ya empezó la lluvia de fuego! Cuando terminó, se limpió las manos y se fue riendo. Pasaron los días y dentro del hueco el zorro empezó a sentir hambre.

Quiso sacar una mano y se topó con las ortigas.

– Achacau- dijo-. Deben ser las brasas de la lluvia de fuego Guardó su mano y esperó. Días después, el hambre le hizo arriesgarse: salió entre el ardor de la ortigas y los pinchos de las espinas. Vio que afuera todo seguía igual.

“Ya se habrá enfriado el fuego “, pensó. Estaba más flaco que una paja. Finalmente, se convenció de que había sido burlado, nuevamente. Lo buscó, entonces, sin descanso, día tras día y noche tras noche. Una noche que andaba buscando comida, encontró al cuy al borde de un pozo de agua. El cuy, al verlo, se puso a lloriquear.

-¡Qué mala suerte tienes, compadre! – le dijo -. Yo estaba llevando un queso grande, pero se me ha caído en este pozo. El zorro se asomó al pozo y vio en el fondo el reflejo redondo de la luna.

– Ése es el queso – le dijo el cuy. – Tenemos que sacarlo – dijo el zorro. – Hagamos esto, compadre: Usted entra de cabeza y yo lo sujeto de los pies. – Y así lo hicieron por un buen rato. El cuy, sosteniéndolo, le decía:

– Es usted muy pesado, compadre. Ya casi no puedo sostenerlo. Dicho esto, lo soltó. El zorro, gritando, cayó de cabeza al fondo del pozo. Así dicen que murió.

– O – (*) Cuento extraído de la obra “Relatos de la Literatura Oral y Escrita del Altiplano Puneño, de Édwin P. Tito Quispe, Impresiones Gráficas REPSA, Puno 1997.

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