En la puerta de mi casa,
del anochecer sombrío me despido,
triste, sólo, como él.
Pasa frente a mi la gente,
hacia arriba, hacia abajo,
No me conocen, ni me hablan,
Tampoco los conozco yo,
Me son extraños.
Resuena el implacable canto de los grillos,
continuo, inextinguible,
como si formara parte de la noche…
Son miles, millones
como la gente que pasa por mi puerta
y no conozco.
Saltan los perros en torno a sus amos,
cariñosamente, en círculos,
acaríciales el amo dulcemente.
Pero hay otros, tristes vagos,
solos, sin dueño, como mi vida y como yo.
Son esos perros que aúllan
al son de mi melancolía;
los que lloran conmigo mi tristeza.
como si fueran los negros perros,…
los negros perros del dolor.