La misión del juez
Arnaldo Rivera Quispe
Presidente de la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima
Piero Calamandrei expresó: “El juez es el derecho hecho hombre y sólo de este hombre puedo esperar, en la vida práctica, la tutela que en abstracto me promete la ley… yo sé que de todo lo que me es íntimamente más caro, tú eres custodio y fiador; en ti saludo la paz de mi hogar, mi honor y mi libertad”.
¿Cuánto podemos decir los jueces sobre nosotros mismos? Sin embargo, ello no es el propósito de este breve enunciado. Me permito precisar que el Elogio de los Jueces, escrito por un abogado, ahora nos compete replicar no solo hacia la comunidad jurídica, sino también en especial a aquellos que demandan tutela judicial, indicándoles que todos los magistrados de este país tenemos virtudes intelectuales, pero básicamente contamos con virtudes morales de lealtad, veracidad, probidad, independencia, imparcialidad, diligencia, decoro, rectitud y firmeza. Esto es, honradez, objetividad, integridad moral, autonomía, responsabilidad, dignidad en el ejercicio del cargo y firmeza en las decisiones tomadas, con justicia, conforme anhela el pueblo.
La misión del juez es dar solución a los conflictos, creando un ambiente de justicia en la sociedad, que asegure la paz social y restablezca el Derecho, cuando ha sido alterado por la conducta antijurídica contraria a las leyes. Sin embargo, dicha misión no podría ser eficaz si no se contara en el ejercicio que se posean los rasgos característicos antes referidos, agregado a ello la vocación de servicio, sensibilidad, honestidad, mística y una conducta accesible e innovadora, ello por cuanto su función incide en resolver conflictos entre seres humanos de diferentes realidades sociales.
Al ser el juez el símbolo de la justicia y guardián del derecho, su conducta debe manifestar la confiabilidad en sus palabras y acciones.
“Al ser el juez el símbolo de la justicia y guardián del derecho, su conducta debe manifestar la confiabilidad en sus palabras y acciones”.
Abraham Valdelomar, el poeta vivo de 125 años
Hace 125 años nació aquel señor del billete colorado, el de aire elegante y sereno. Unos fechan su nacimiento el 16 de abril y otros el 27 de ese mes, tan particular fue que hasta para ello era polémico. Él, que se hizo del nombre del jirón de la Unión y hasta se adueñó del propio Perú. Ese caballero de tostada piel y de ademanes refinados es Abraham Valdelomar. Sureño de habilidosa mano que inmortalizó su nostalgia en sus textos.
Nacido en Ica, varias biografías se contradicen en el día de su nacimiento. En 1888, hace 125 años, el 16 de abril para unos y el 27 para otros. Quienes dan la primera fecha siguen el dato de la partida de bautismo de Pedro Abraham Valdelomar Pinto “un niño de un mes diecinueve días”. Pero el propio dandi criollo afirmaba la última como su fecha de nacimiento, así sus padres y su novia Consuelo Silva Rodríguez le festejaban a fin de mes. Para Luis Alberto Sánchez, todo se debía a un error del documento que continúa apareciendo hasta nuestros días.
Aquella no sería la primera complicación de Valdelomar con las fechas o años. Ya en Lima, al terminar la secundaria en el colegio Guadalupe, se inscribió en la Universidad de San Marcos el 19 de abril de 1905. En la ficha sentenció tener 15 años cuando en realidad tenía 17. Otro dato de Sánchez señala una ficha del archivo central de la Decana de América, en la que el escritor registró en 1910 y en 1911 la edad de 22 años.
Conde de las letras
Si bien Valdelomar nunca fue asiduo a la universidad, parece que nunca la necesitó. El talento que tenía le sirvió desde que era un joven que buscaba distinguirse de los demás. Ya en el Guadalupe fundaría “Idea Guadalupana” y comenzaría su incursión en cuentos, poemas o el periodismo.
Pero el amor a la escritura no sería el único en su vida, el Conde de Lemos tenía una buena mano para el dibujo y colaboró con diversas revistas de la época, como “Monos y Monadas” de Leonidas Yerovi, pero no solo con retratos o caricaturas, también con publicidad. En el primer número de su revista ‘Colónida’ retrató al poeta y compañero José María Eguren, luego a José Santos Chocano y a Percy Gibson.
Valdelomar publicó sus textos en diversos diarios locales, en aquel tiempo era mucho más fácil encontrar literatura en sus páginas. El 1 de enero de 1916, publicó por primera vez el relato ‘Finis desolatrix veritae’ en ‘El Comercio’. Este cuento fantástico es la expresión de ese irremediable encuentro con el final. La imagen del narrador que yace en la cama y que es casi una predicción de su muerte, nos recuerda su tránsito pero ese ya es otro tema.
Soy el Palais Concert
Este dandi criollo no solo haría suyas las letras y los dibujos, también haría de las suyas en una agitada vida que más que una moda era una forma de vivir. Eso era “Colónida” y la integrarían personajes como José Carlos Mariátegui o Federico More, adeptos de provincias como César Vallejo, entre otros. Ahora resultaría difícil imaginar a Abraham, José Carlos y otros “colónidas” en la puerta del Palais Concert. Aquel edificio que aparece junto a él en los billetes, testigo de interminables tertulias y sueños de jóvenes que con su arte engrandecieron al Perú.
Mientras que este joven de tez morena disfrutaba ser seguido por los ojos de la gente, admirado y odiado, y se besaba las manos diría “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión y el Jirón de la Unión es el Palais Concert”, de lo demás se encargaría de agregar la historia. El mítico Palais Concert lo haría suyo y su obra lo transformaría en el propio Perú, mestizo y contradictorio nacido del sur.
(Pamela Loli Soto)
En http://blogs.elcomercio.pe/huellasdigitales/2013/04/abraham-valdelomar.html
Puede apreciarse la imagen de Valdelomar y del Palais Concert
El hermano ausente en la cena pascual
Abraham Valdelomar
La misma mesa antigua y holgada, de nogal
y sobre ella la misma blancura del mantel
y los cuadros de caza de anónimo pincel
y la oscura alacena, todo, todo está igual…
Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
mi madre tiende a veces su mirada de miel
y se musita el nombre del ausente; pero él
hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascual.
La misma criada pone, sin dejarse sentir,
la suculenta vianda y el plácido manjar;
pero hoy no hay alegría ni el afán de reír
que animaran antaño la cena familiar;
y mi madre que acaso algo quiere decir,
ve el lugar del ausente y se pone a llorar…
Una muerte más de César Vallejo
Por Jaime Abanto Padilla
“He nevado tanto, para que duermas.”
Hoy se cumplen 73 años de la muerte del más grande de los poetas peruanos, aquel que murió en la pobreza y perseguido por la justicia; una injusticia que solo hace unos meses recién el Poder Judicial decidió ponerle fin como una manera de desagravio al más connotado representante de las letras peruanas dell siglo XX. Vallejo murió el 15 de abril de 1938 a las 9.20 a.m., a los 46 años de edad.
Vallejo no fue solo el hito en la poesía modernista, significó también el muchacho provinciano que llegó a las esferas más altas de la literatura y la cultura europea. Fue parte del núcleo generador de la cultura peruana de su época junto a Víctor Raúl Haya de la Torre, Antenor Orrego, Alcides Spelucín, Oscar Imaña, Camilo Blas y otros grandes exponentes de la cultura peruana en las primeras décadas del 1900.
Perseguido y encarcelado, libre y enamorado, enamorado de la mujer que vendía chicha en su pueblo, enamorado de la hija de su hermano mayor, – a quien le hizo bellos poemas que fueron clandestinos un tiempo – enamorado de varias francesas después; bebedor y seductor, mujeriego y galante, pero sobretodo un poeta con una fuerza indomable y una nostalgia que se hizo casi una patología que lo crucificó en los maderos curvos de su angustia y su pena insondable por su Santiago de Chuco y el Perú.
La poesía de César Vallejo nació fortalecida por el sentimiento andino y la influencia de los clásicos que había leído sumado a la efervescencia de sus tertulias con los ilustres amigos con los que frecuentaba. Pero se fortaleció más en Europa donde no solo se fortaleció literariamente, sino que asumió un rol decisivo en la compleja situación en que vivía España, por ejemplo, o sus viajes a Rusia y a otros países con políticas distintas, en donde se nutrió ideológicamente de conceptos filosóficos nuevos.
César Vallejo murió sin saber a exactitud la trascendencia que tendría su obra, muchos años antes de viajar a Paris, antes aún de conocer a Georgette soñó que velaban su cadáver en una habitación casi desierta donde solo había una mujer gorda con sombrero llorando – años después, así fue el escenario de su muerte -.
Georgette Philippart, la última mujer de Vallejo, ha sido satanizada por los amigos del poeta. La defensa que hizo siempre de él la convirtió en una mujer intratable. Después de la muerte de Vallejo se peleó con muchos de los amigos del poeta, cacheteó a más de un editor y se enfrascó en dimes y diretes con todo aquel que osaba hablar de Vallejo en forma despectiva. – durante un evento público Georgette le dio una bofetada al editor Carlos Milla Batres, debido a que éste incumplió su promesa de publicar una foto de Vallejo en la carátula del “Homenaje internacional” al poeta consagrado por la revista “Visión del Perú”. En lugar de la foto, Milla Batres colocó un óleo de Macedonio de la Torre, con una representación irreconocible del poeta-
Para Geogette Vallejo era su “Cholo sano y sagrado” y sin duda tenía una similitud con Eliane Karp y Alejandro Toledo, había asumido luego de la muerte de Vallejo una facilidad única para caerle mal a la gente. Era la Florinda Meza de Chespirito, una mujer odiosa e insoportable, pero tierna al fin para enamorar al poeta.
Pero a Georgette le debemos el rescate de la obra de Vallejo, de la póstuma literatura que conocemos de él, aquella que se pudo perder para siempre y que pudo condenarlo al olvido. Georgette le dio a Vallejo una tumba y fue también la que se opuso al traslado de sus restos al Perú. “Porque en su tierra le dieron de palos, lo maltrataron y yo soy obediente a su voluntad.” Había dicho alguna vez. Georgette fue la continuación de Vallejo por muchas décadas. En el epitafio de la tumba de Vallejo escribió “He nevado tanto, para que duermas.” Ella murió en 1984, sus restos están enterrados en el cementerio de la Planicie de Lima, a miles de kilómetros del Vallejo que ella amó como no lo hizo nunca el Perú. Lejos, muy lejos como esa mañana de 1938 cuando se ahogó en su pena cuando Vallejo partió a la gloria para siempre.
Día del Poeta Peruano
Jaime Abanto Padilla – Presidente de la Asociación de Poetas y Escritores de Cajamarca (APECAJ)
Asunto Hinostroza Pariachi
Caso del juez Hinostroza Pariachi
Postulación con plagio
http://idl-reporteros.pe/2013/04/09/postulacion-con-plagio/
La grave denuncia del plagio del juez Hinostroza Pariachi: urge pronta reacción de las autoridades
http://www.justiciaviva.org.pe/notihome/notihome01.php?noti=1024
Carta Aclaratoria del Juez César Hinostroza Pariachi
Fiscal acusado de plagio se enreda en sus descargos
http://diario16.pe/noticia/25154-fiscal-acusado-de-plagio-se-enreda-en-sus-descargos
Plagiario y plagiado
http://idl-reporteros.pe/2013/04/12/plagiario-y-plagiado/
Crítica de las resoluciones judiciales
Jaime David Abanto Torres (*)
Toda persona tiene el derecho a analizar y criticar las resoluciones judiciales. Con frecuencia escuchamos en los medios de comunicación que diversas autoridades, funcionarios o personas expresan sus opiniones con relación a los alcances e implicancias de diversas resoluciones judiciales. Lamentablemente muchas veces, so pretexto de ello, se desciende al terreno de denigrar al juez que dictó alguna resolución con la que el opinante no se encuentra conforme. Peor aún, cuando ello lo hace algún congresista abusando de su inmunidad parlamentaria.
Cualquier persona puede analizar y criticar cualquier resolución judicial, pero no difamar, injuriar ni calumniar al juez.Hemos escuchado muchas veces la frase: “Las ideas se discuten, las personas se respetan”. Una máxima muy sabia, pero a la vez difícil de respetar cuando tomamos conocimiento de alguna resolución que no es de nuestro agrado. Aunque no lo parezca, es posible analizar y criticar duramente una resolución, sin agraviar a la persona del juez.
Algunos abogados tienen contactos en algunos medios de comunicación, revistas impresas y digitales, en los cuales propalan versiones absolutamente parcializadas de casos judiciales donde están en juego intereses de sus patrocinados. Alaban al juez que les da la razón y menosprecian al que no se las da. Pocos saben que la justicia nada tiene que ver con la demagogia. No olvidemos a Pilato lavándose las manos para contentar al pueblo que quería crucificar a Jesús.
Obviamente los abogados saben perfectamente que pueden apelar las resoluciones desfavorables a sus clientes. Pero a veces no pueden resistir la tentación de ganarse a la opinión pública en favor de su causa. Resulta lamentable ver que ante un desacuerdo con una resolución, se solicita la intervención de autoridades o funcionarios ajenos al Poder Judicial, sin advertir que ello sería una lamentable interferencia en el ejercicio de la función judicial.
El juez asume las responsabilidades civiles, penales y administrativas por las resoluciones que dicta. Pero ello no enerva que las resoluciones judiciales firmes tienen que cumplirse en sus propios términos. Así es en un Estado Constitucional de Derecho. Negar esta verdad es negar la civilización, y pretender en pleno siglo XXI, el retorno a la ley de la selva, a la anarquía de la justicia por mano propia.
(*) Juez integrante del programa social “Justicia en tu Comunidad” de la Corte de Lima
Expreso, 11 de abril de 2013
En http://www.expreso.com.pe/blog/la-columna-del-juez-90
En http://www.panoramacajamarquino.com/noticia/critica-de-las-resoluciones-judiciales/
En http://www.elregionalcajamarca.com/2013/04/13/critica-de-las-resoluciones-judiciales/