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Zarpa la nave ya,
a bordo están los tripulantes;
en el puerto los parientes
se despiden largamente
de sus seres queridos…

Los brazos se levantan
las palmas dicen adiós,
algunas lágrimas se escapan,
y alguien empieza a sollozar…

Lentamente el crucero
se va alejando de la costa,
las aguas rumorean ya
y acompañan a la nave que se va…

A bordo un padre llora
mientras mira distantes a su hija y a su esposa,
en el puerto ellas también lloran;
y es que se quieren de verdad.

En algún lugar en altamar,
en algún puerto en tierra firme,
en algún lugar de algún país,
alguien pensará en la familia que dejó
por ser fiel a su deber.

Y escribirá cartas larguísimas
en delgado papel celeste,
fotografías y postales enviará,
y les dirá que las quiere, que las ama
y que pronto va a retornar.

Y aquí algunos pensarán en ese alguien,
y tal vez lleguen a llorar,
le extrañarán mucho
y soñarán con verlo regresar.

Y al otro lado del mar,
en algún extraño lugar,
tal vez el tiempo se haga más largo,
y la distancia, más grande,
tal vez el frío sea más implacable
y el trabajo, más duro,
tal vez la pena sea muy honda
y la tristeza, insoportable.

Pero el tiempo es tiempo, y corto,
son dos años que pueden enseñar muchas cosas:
paciencia, confianza, cariño, a esperar…

Tal vez regrese
y unas canas aparezcan,
quizá su hija ya esté hablando,
y su esposa sea más paciente…

Mientras tanto escribo
y pienso en cuando vuelva
y me pregunto
¿qué estará pasando
al otro lado del mar …?

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