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Viviendo con el Señor
cada amanecer es más glorioso,
el canto de las aves, más hermoso;
cada segundo de tu vida
una existencia prometida
al Dios que nos hizo por amor.

Viviendo con el Señor
hay más belleza en cada cosa,
el pétalo sublime de una rosa,
las negras aguas del río,
las sombras, el viento, el frío,
la pena, la amargura y el temor.

Viviendo con el Señor
fácil es quererse como hermanos;
estrechar con enemigos nuestras manos,
dominar la tentación,
perdonar de corazón,
cada nuevo día ser mejor

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