Hace unos meses tuve el placer de presentar en el Parque Reducto de Miraflores el libro “El tren de la Codicia”. Este libro ha sido uno de los textos que he devorado con mayor avidez pues es una novela histórica que toca una de las fibras más sensibles de nuestro pasado: la guerra del Pacífico.
El libro escrito por Elizabeth Ingunza es muy atractivo no sólo porque recorre una parte importante de nuestra historia Republicana sino también porque nos recuerda a todos los peruanos el nivel de corrupción que nos acompaña desde hace siglos, sobre todo en la administración pública.
El tren de la Codicia también nos recuerda lo importante que fue para nosotros en el siglo XIX la llegada de los ferrocarriles al Perú. Fuimos por entonces uno de los países que más rápido adoptó este inmejorable medio de transporte.
Dos siglos después vemos con pena lo reducida de nuestra red ferroviaria, y lo estéril de los esfuerzos del Estado por ampliarla o mejorarla. Lo paradógico de todo esto es que en los países desarrollados lejos de eliminar los ferrocarriles como hemos hecho nosotros, la mayoría ha ampliado y modernizado su red comunicando, por ejemplo, a todo el viejo continente con trenes convencionales y de alta velocidad.
Desde este humilde rincón saludamos la creación del Instituto Ferroviario del Perú (IFEPER) y les deseamos el mayor de los éxitos en su loable intención de conciertizar a nuestros connacionales en la importancia de tener una matriz de transporte público desarrollada sobre la base de la modernización y resurgimiento de una red ferroviara nacional.
Ojalá el Presidente Humala no desestime el ofrecimiento que hizo en su campaña de resucitar nuestro empobrecido sistema ferroviario.
JPF