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¡Despertad!

En aquella ‘práctica’ de Lógica, Brenda nos explicó:

“Una vez dentro de esta universidad no son más que códigos: 2002… 2006… 2008… y códigos son lo único que ven los profesores.

Chicos, déjenles claro que son más que eso, tienen un nombre y un apellido… demuestren siempre que son más, traten en todo momento de salir del montón…”

No era la primera vez que escuchaba esto, sin embargo -desde ese día-, lo volví a tener en cuenta. Anhelando, para siempre.

Gracias Brenda… me hiciste recordar por qué carajo estoy en la universidad, en esta universidad. Leer más

Pre-finales

No necesito esa mítica mezcla de café con Coca-Cola para poder mantenerme despierto esta noche (y quizás mañana tampoco).

El remordimiento de no haber terminado una lectura me persigue bajo la almohada. La exigencia. Todo lo que has leído, repasarlo, seguramente no lo has captado bien. El motivo. Pensar que siempre puedes lograr más, otras horas despierto para poder transcribir lo más importante… y repasar.

Apenas los ojos se cierran saltan los latidos de la cabeza. Soñar, pesadillas.

Encontrarse en la cama. No poder despertar, y sentir sombras de seres mínimos volando por las paredes. Gritar pero no ser escuchado. De dónde salen, petisos mutantes. ¿Qué es lo que buscan esta noche? Acaso no dejarme dormir.

Parece una eternidad, pero sólo han pasado unos treinta minutos.

Volver a las lecturas. Cuando los ojos no den otra vez, una nueva pesadilla.

Un niño que corre tras las carreteras en movimiento. Por favor no corras, por favor. Cuidado con ese carro. Un perro que escapa de las ruedas de un auto y se dirige a otro. Los tratas de seguir esquivando la lluvia de asesinos para sacarlos de aquel infierno. No más, no más. Tienes miedo que te atropellen ¿no?

Continuar con las lecturas, ya se me ha quitado el sueño.

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Errar es divino


– Profesor ¿qué pasa si me equivoco?… digo, ¿lo oculto con nuevos trazos? ¿Es necesario borrar? ¿Tengo que empezar de cero hasta que me salga bien?

– Los errores no importan. En la imperfección está lo perfecto, así es el Arte.
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Objeto contundente

‘Cuando llegué de mi viaje por Alemania, no sabía ya como cruzar una pista’.

Nos dio a entender que en esta ciudad los transportes públicos no respetan peatón alguno.

‘Un día le pregunté [por fastidiar] al policía de tránsito de la puerta de la universidad por dónde debe cruzar el peatón siempre. Me respondió: ‘Por ahí… por los huecos en donde no pasen los carros’. Es decir ¡Tenía que esquivar los carros para por fin cruzar la pista! Lo peor de todo es que me lo explicó como si tuviera algún problema mental, que no entendía lo obvio. Yo no le respondí’.

Luego de mencionar, en un paréntesis, un conjunto sabotaje a la tentativa de la construcción un puente peatonal en la puerta principal de la universidad, continuó:

‘Es increíble. Los carros, entre ellos, guardan más espacio que el espacio necesario para con un peatón. Hasta te pueden rozar cuando cruzas sin mucho cuidado. Increíble, en verdad’.

Y al fin nos incluyó en un nuevo ‘sabotaje’ ante tal situación:

‘Sin embargo, yo creo tener una solución, pero tiene que ser conjunta, difundida y practicada por todos para que resulte. La idea es que cuando se cruce la pista en lugares tales como el óvalo Higuereta, llevar siempre un objeto contundente. Un día lo experimenté, me puse una comba al hombro, crucé la pista y ningún carro se me acercaba a menos de 20 metros’.

Las risas inundaron el aula. Imaginar al profesor cargando en el hombro tal ‘objeto contundente’ como una comba fue demasiado hilarante. Continuó:

‘Ya saben. La solución es un objeto contundente, puede ser un pico, una sierra, cualquier cosa. Incluso, con un ladrillo basta. Hagan la prueba’.

Las risas redoblaron las potencias, la de Esteban minimizó al resto. Mientras reía a carcajadas máximas, sus brazos simulaban el cargar del objeto contundente que él elegiría. El profesor Alegría entendió entonces que era momento de volver al tema central de la clase y tranquilizar el entusiasmo del buen Esteban… una vez más.

‘Bueno. Volviendo al tema de la moral de Kant…’

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Taller de Artes Plásticas (I)

En el transcurso del próximo mes, estaré dedicando entradas a cada uno de mis trabajos finales del taller de Artes Plásticas (curso electivo de Estudios Generales Letras). Mi objetivo, siempre el mismo: la libre interpretación de cada muestra.

Sin embargo, presentaré una breve reseña puntualizando su sentido general incluyendo en qué me inspiré y otros datos.

Si alguna vez, se pregunta porque muestro mis trabajos, es por el mismo hecho de haberles dedicado tiempo y esfuerzo. Merecen ser vistos.


Cómprale al Perú


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Para este trabajo me inspiré en lo que se ve en la televisión nacional: personajes como Susy Díaz, Monique Pardo, Tongo y otros, se mezclan con productos para consumir que se basan en la peruanidad (efecto “hecho en el Perú”) para promocionarse.

Esta unión, no es más que una representación total de los personajes ya mencionados: venden y promocionan al elemento nacional como superioridad comercial.

En otro aspecto, me veo obligado a mencionar que los colores que elegí para el trabajo son los que debí usar. El color rosa claro de la piel de Susy Díaz acentúa sus característicos labios. Los puntos internos más claros que el color anaranjado de Monique Pardo trata de ocultar (con cosméticos y maquillaje) una vejez que no se borrará. El color de piel de Tongo es un color más oscuro (los puntos en él también) ya que el no trata de aclarar su piel y bajo ésto se vende.

La posición de cada personaje también no es casual: una urraca escondida quiere expresar (o esconder) algo. Timoteo, al lado de una nalga de Susy Díaz también. La misma posición de los personajes mayores (por así llamarlos a los de carne y hueso) tiene por finalidad acentuar los rasgos más llamativos de ellos: los labios y la postura de Susy Díaz, la boca de Tongo y las ojeras de Monique.

No todo está escrito acá, hay más detalles en este trabajo que dejaré a su interpretación.

Queda en ustedes la calificación y un criterio personal.

Gracias Pop Art limeño. Leer más

Adiós profesor Arizabal

Tarde… a mi clase sabatina de Elementos de la Ciencia Política, casi como siempre, asistí al L213 somnoliento.

Esta clase fue muy normal al principio: las del profesor Arizabal suelen ser interesantes y muy preparadas.

De pronto, luego de una hora y muchos minutos más de iniciada, el profesor se detuvo momentáneamente: ‘Parece que ésta será tal vez mi última clase en la universidad’. Inmediatamente le preguntamos por qué había dicho esto.

Inició una explicación razonable, nos dio a entender que se le había presentado una oportunidad laboral que no pudo rechazar. Su deseo de superación es más complicado de lo que creíamos.

Al concluir sus palabras, se percibía confusiones con rostros de protestas por parte de sus alumnos.

A lo que agregó: ‘Recuerden chicos. Su ámbito laboral es el mundo‘.

[nudos en la gargantas]

Estaba dicho, no hay marcha atrás.

El profesor se despedía dando consejos vocacionales. ‘Siempre aspiren a más’ entre otras frases resaltaron en el transcurso de los últimos minutos de clase.

Supe entonces, que Hernando Arizabal había seguido la carrera de Derecho en la universidad.

Quedé atónito: ¡Quiero ser como él!

Lo admiré desde el primer día de clases, sabe mucho. Me arrepiento de no haber asistido a todas sus clases, de no participar, de no ser el mejor en el curso.

Pero así son las cosas, se dan mientras uno menos lo espera, malas o buenas, simplemente se aparecen.

Ahora puedo afirmar que el buen profesor hace la diferencia en su curso. Elegí a uno de los mejores. Estoy satisfecho.

Influyó demasiado en mí… quizá, más de lo que pueda creer.

Gracias Hernando Arizabal por ser más que un excelente profesor.

Éxitos donde sea que vayas. Leer más

¿Test vocacional?

Conversación en la rotonda:

Test vocacional

– ¿A que carrera me dijiste que vas?

– Jaja… a Derecho… supuestamente.

– ¿Supuestamente?

– Es que no estoy seguro aún. Quiero tomar ese test vocacional de Letras para decidirme recién. Nunca he dado uno, que yo sepa.

– Bueno… la verdad, no me confío mucho en el test vocacional. Pero fácil a ti te servirá. A mí me salió algo completamente opuesto a lo que estoy siguiendo y no me arrepiento hasta ahora.

– Ya veo. Pero necesito ayuda urgente y por eso recurro al test.

– Ya te dije. No te le confíes mucho. No te dirá nada nuevo: no te impondrá una carrera, sólo te orientará. Aunque no necesariamente acertará.

– … ¡Qué complicado resultó el bendito test! Leer más

Taxi

Test vocacional

En un taxi, sábado por la noche:

El conductor muy cordialmente, como para romper el hielo me preguntó qué estudiaba en la universidad.

Le respondí que estaba en Estudios Generales Letras y posiblemente Derecho sea mi carrera.

Taxista: Ah… ¡un boga más!

Me sentí minimizado de algún modo. Sabía muy bien que el taxista estaba harto de ver miles de abogados en el Perú. Pocos abogados buenos, muchos abogados malos.

Yo: ¡Ah! No. Yo no pienso quedarme sólo en un abogado. Quiero ser más, seguir derecho internacional y ser algo así como gran diplomático.

Me interrumpió algo cortante.

Taxista: Entonces… supongo que ya tienes vara.

Me quedé en silencio. Tratando de encontrar respuesta.

La duda recorrió mi cabeza. ¿Tener vara? No la tengo. He oído hablar sobre esto. Pero ¿realmente tener vara es lo que da éxito? y ¿los logros propios… los méritos? ¿Así será la cosa en la facultad? Aún no estoy en ella y ya le tengo algo de pavor…

Yo: No, no tengo vara y no creo que sea necesario en mi carrera.

Respondí lo más serio posible.

Taxista: Jajaja.

Nunca supe en qué momento conté el chiste. La conversación se convirtió en un abismal silencio al apagarse su carcajada. Leer más

La cancioncilla

Hace un año que estoy en Estudios Generales Letras… sin rumbo definido.

Mi historia comienza así:

  • En tercer año de secundaria era el extraño muchacho que le gustaban todos los cursos (aparentemente). Sin embargo el curso de computación me pareció excelente: Aprender diseño web fue genial. Me sentía un experto en Macromedia Flash.
    Todos me decían: ‘Tú estudiarás diseño ¿verdad?’. Yo no respondía.Me encanta imaginar nuevos mundos, crear personajes inexistentes, soñar… ser infantil.
    De pequeño decía que quería ser bombero o abogado. Me creí la de abogado (y por pertenecer a los primeros puestos, esta idea siempre satisfacía al resto).
    Con el bombardeo de una carrera de Diseño Gráfico o Ingeniería de Sistemas (aunque no se mucho al respecto), me sentía confundido, pero todavía tenía 2 años para pensarlo detenidamente.
    Sin embargo, juraba mi prioridad por las leyes ante otras carreras.

Me quedó la duda… ¿debía cambiar de carrera?

  • El tiempo pasa rápido. En quinto año de secundaria, no me importó realmente mi vocación hasta terminar el primer semestre de estudios. Me dije: ‘Ya es momento de que elija una carrera universitaria’.
    Verdaderamente ‘no la pensé mucho’.
    Me engañé a mi mismo desde un principio y esto repercutió en los demás: mis padres se alegraron (en parte) por mi elección, me propusieron estudiar en la de Lima o en la Católica (según ellos, mejores en esta carrera).
    No tuve tiempo para razonar una adecuada elección, no tuve tiempo para investigar más sobre otras carreras, simplemente no tuve tiempo. Postulé a la Primera Opción bajo carrera ‘Derecho’ (debía escribir algo en aquella hoja de inscripción en el rubro CARRERA).

Me quedó la duda… ¿debía cambiar de carrera?

  • En la inscripción para carreras el encargado de llenar mis datos en el carné de postulantes me dijo: ‘¿A qué carrera vas?’. Respondí: ‘Derecho… creo’. A lo que contestó: ‘La mitad de los que están en la cola me han dicho Derecho, ¿estás seguro?’. Lo pensé unos minutos, pero no pude elegir otra más por falta de información. El joven aclaró: ‘Te voy a inscribir como que vas a Derecho, no te preocupes, tienes dos años para elegir tu carrera. Igual, el 50% de los que eligen Derecho se cambian’.

Me quedó la duda… ¿debía cambiar de carrera?

  • La ‘agarré’, me sentí el muchacho más feliz de la tierra. Mi esfuerzo valió la pena.
    Mi tío llamó de Estados Unidos para felicitarme. Luego de muchas palabras de felicitaciones emitidas por un difuso auricular, me pregunto sobre la carrera que había elegido. Al decirle ‘Derecho’ hubo un momento de silencio. Me reclamó por elegir una carrera saturada en este país. Yo no le presté atención del todo. Me dio una solución: que vea todas las posibilidades de un cambio de carrera a otra más rentable para mi futuro.
    Le mencioné acerca de una primitiva aproximación al diseño o a Ingeniería Informática, a lo que le pareció estupendo y prácticamente tomó como punto débil mi indecisión para que elija alguna carrera de Ciencias.
    Me opuse, le dije que me deje terminar mi ciclo de cachimbo y que vea como es el panorama en Letras. Respetó mi postura.
    Sin embargo me hizo pensar sobre mi carrera en el ámbito laboral. Quedé insatisfecho.

Me quedó la duda… ¿debía cambiar de carrera?

  • En la entrevista personal de ingreso por Primera Opción, los profesores me preguntaron a que carrera voy. Yo les dije lo que tenía en mente. Me preguntaron luego: ‘¿Qué opinas del poder judicial?’. Di mi respuesta un tanto básica como para estar a una altura académica.
    Al concluir mi entrevista, reflexioné más sobre las preguntas que me hicieron, mis débiles respuestas y mi futuro.

Me quedó la duda… ¿debía cambiar de carrera?

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