Sin título 1

Algunos abiertos besos exploraron los rincones de toda su boca. Concluyó con un tenue mimo al labio inferior.

Ella quedó encantada con la magistral danza de su lengua.

No paró de mirarle los ojos. Ajena a su boca por unos pocos centímetros, le regaló una sonrisa.

De pronto, sintió el bigote invisible de saliva que le dejó el besuqueo.

Comprobó el húmedo bozo. No reparó en sigilar, eres un baboso.

Lo siento, él le respondió inmediatamente. Su intimidado rostro recurrió a la compasión.

Es que mis amigdalas segregan más saliva de lo normal, se justificó. No puedo controlarlo.

Ella continuó triunfante, como si hubiera descubierto un oscuro secreto. Realmente no le importó, lo quiso así.

Eres un gran baboso, le repuso con una sonrisa final.

Esta vez inició el acercamiento, le encantó sentir nuevamente sus besos mojados.

Puntuación: 0 / Votos: 0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *