Day: febrero 2, 2008

Frenesí mecánico

La fila de personas serpentea lentamente, se detiene unos minutos para otra vez volver a su infinito consumir, nos incita a entrar en ella.

La ves de lejos: ‘A esperar nomás, qué nos queda’. Pronto te unes y te sigue pareciendo ‘lenta’.

Impredecible llega. Sientes asco. Te apartas del resto y miras al suelo. Las huellas en la arena son ‘la historia anacrónica de la diversión’. Cierras los ojos para no marearte más. Por momentos la negra plataforma viene y va: la saliva salada.

Abres los ojos: ‘No voy a vomitar’. Piensas en otra cosa rápidamente y te incorporas a la cola una vez más.

‘Si así te sientes por la borrachera de ayer, cómo terminarás cuando estés en el juego mismo’

Estás demasiado cerca ahora. Te detienes para contemplar la máquina que te mira a unos pasos.

Metales gruesos a medio oxidar, neón multicolor, polvo sobre polvo, dinamismo momentáneo: mecanismo. Todo esto forma al monstruo gigante. Llamativo, imponente, no teme a enfrentarnos.
Nos obliga a gritar de satisfacción y de susto, pronto saborearé esa sensación.

Te late el cerebro. Quiere salir y destrozar tu cráneo. Quiere escapar, huir de ti y del monstruoso aparato frente tuyo.

Tratas de descansar la mirada en otro lado: hay una mano de niño bajo el juego que se desliza, levanta cúmulos de arena, busca algo.
Imprevisto, caen del cielo monedas. Suenan secas al impactar en la arena a los pies del gigante. La mano se pierde tras capturar algo de la pequeña fortuna.
Vuelve inmediatamente a asomar la palma ahora vacía. Esta vez el operador del juego cae en la astucia del niño.
Un fastidio cotidiano se hace notar en su ojeroso rostro. Suelta algunos insultos y a un pesado andar se dirige a la parte trasera del aparato eléctrico. Para cuando hubo llegado a su destino, la manita había desaparecido instantes atrás sujetando más monedas.

Llega tu turno: ‘Espero no vomitar’. Subes. Otro desganado operador mecánico [cual pieza adicional de la estructura metálica del monstruo] te ‘asegura’ la vida. Empieza la acción.

Siente como te eleva. Ahora te suspende. Continúa. Te divierte. El éxtasis te hace olvidar sobre esos mareos en la tierra. Te gusta el placer de este momento.
Unos segundos más. Unos segundos más.

Luego, caes: ‘¡Otra vez, otra vez! Necesito volver a subir’.

El gigante comienza a moverse nuevamente. Cobra vida, se alimenta de personas, nos reta. Leer más