JORGE PLASENCIA MALPICA

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Jorge Plasencia Malpica (1936-1989)

El embajador Jorge Plasencia Malpica nació en Cajamarca el 2 de enero de 1936. Fue hijo de doña Isabel Malpica Rivarola y del magistrado Andrés Plasencia Saldaña, personalidades ambas de hondas raíces en ese departamento.

Hizo sus primeros estudios escolares en Cajamarca y en Trujillo. Concluyó la formación Secundaria en el Colegio Militar Leoncio Prado del Callao, institución educativa a la que estuvo permanentemente vinculado.

Jorge Plasencia destacó desde su adolescencia por un notable sentido y tacto políticos, a los que añadía una gran simpatía. Como ocurrió en el caso de tantas personalidades fuera de lo común, la dureza de la vida de esos años, signada por el autoritarismo político y por persecuciones de las que su familia llegó, desafortunadamente, a ser víctima, no afectaron su bonhomía ni su disposición a encarar los problemas con extraordinario optimismo. Esta vocación y esta calidad personales se hicieron aún más patentes desde sus años universitarios, en las aulas de San Marcos, donde fue estudiante de Historia y Derecho entre fines de los años 1950 y comienzos de los años 1960, y donde llegó a ser importante dirigente estudiantil. A esta etapa de su vida corresponde también su estrecha amistad con eminentes catedráticos y maestros sanmarquinos, entre los que destacaban Ella Dumbar Temple, Luis Alberto Sánchez y Raúl Porras Barrenechea. De su calidad como fino actor político dieron siempre reiteradas muestras de admiración grandes personalidades de la escena nacional, algunas de ellas ya desaparecidas, como Víctor Raúl Haya de la Torre, Fernando Belaunde Terry y su entrañable primo hermano Carlos Malpica Silva-Santisteban.

El 30 de mayo de 1962, luego de egresar de la Academia Diplomática del Perú, Jorge Plasencia fue inscrito en el escalafón del Servicio Diplomático de la República en calidad de Tercer Secretario. Dio así inicio a una nueva etapa en su vida en la que comenzó a canalizar sus energías, su creatividad y su carisma al servicio del Estado, en el delicado ámbito de la Diplomacia y de la Política Exterior.

Entre los hitos iniciales de su carrera diplomática y consular cabe mencionar sus nombramientos como Vicecónsul en el puerto italiano de Génova y como Tercer Secretario en la Embajada en Holanda en 1964, como Cónsul Adscrito al Consulado General en París en 1969, como Primer Secretario de la Embajada en la República Popular de Polonia en 1973, como Consejero de la Embajada en la República Árabe de Egipto en 1976 (donde fue nombrado otra vez en 1979), como Subdirector de Organismos Internacionales en la Cancillería en Lima en 1979, y como Ministro Consejero en la Representación Permanente ante la OEA en 1981.

En 1980 fue distinguido por el gobierno de Egipto con la Orden al Mérito en Primer Grado, que le fue impuesta en la embajada de dicho país en Lima como un reconocimiento a su destacada labor en el estrechamiento de las relaciones bilaterales peruano-egipcias.

Entre los países donde sirvió en la primera etapa de su carrera diplomática, Jorge Plasencia tuvo una estrecha vinculación con Italia, Francia y, especialmente, con Egipto. Refiriéndose alguna vez al impactante puerto mediterráneo de Alejandría, tan cargado de Historia, dijo sentirse él mismo, alguna vez, casi como un “alejandrino de corazón”. A ello ayudaba, por cierto, su agradable aspecto físico de hombre alto y moreno, que lo hacía muy parecido, por no decir idéntico, a los hombres de esas tierras tan lejanas y exóticas. En general, cabe comentar que Jorge Plasencia fue un peruano universal, siempre orgulloso de sus orígenes y de su Patria (a la que llamaba la tierra de nuestros manes), pero también sintonizado creativamente con otras culturas, a las que amó como si hubieran sido las suyas propias. Hombre culto, dominaba el inglés, el italiano y el francés, y estaba siempre al día con las grandes corrientes de pensamiento mundial. Era también de temperamento musical, con una predilección especial por la ópera italiana.

Como representante oficial del Perú, y teniendo todavía rango de Ministro, fue nombrado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en la República Árabe de Egipto en 1984. Continuó en este puesto en 1986, ya con el rango diplomático de Embajador. Al año siguiente, presentó cartas credenciales ante el presidente Mario Soares como Embajador en Portugal, donde trabajó hasta entrado el año 1989. Su nombramiento como Embajador en Egipto motivó un cable que le dirigió a Lima, desde El Cairo, su amigo Boutros Boutros Galli, futuro Secretario General de las Naciones Unidas. El cable decía escuetamente mabrouk, que en lengua árabe quiere decir, breve aunque elocuentemente, felicitaciones.

Jorge Plasencia Malpica falleció en Lima el 13 de diciembre de 1989. De él dijo alguna vez el embajador Javier Pérez de Cuellar, su colega en Torre Tagle, que había sido uno de los diplomáticos más finos y con mayor sentido político que habían pasado por la Cancillería. Al margen de sus méritos profesionales, que jamás separó de sus sentimientos y valores más profundos, será recordado por su extraordinaria calidad humana, por su sentido del humor y por su generosidad sin par.

Lima, 7 de febrero de 2005

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