CVX: una invitación a crecer

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“I want water… where can I find water?” Nos decía Alwin Macalalad, compañero Filipino del ExCo mundial de la CVX, al final del primer día de la asamblea LA – CVX, ya que tenía sed y sobre la mesa de la sala en la que nos encontrábamos sólo había botellas de licor o gaseosa compartidas por los diversos delegados que habían llegado a participar de la Asamblea Latinoamericana de CVX. Meche Paredes, representante por Perú, tuvo que subir hasta el segundo piso de la casa porque el comedor ya estaba cerrado…

El mismo Alwin estuvo en la presentación en la Parroquia de Fátima con Herminio Rico SJ, nuestro vice asistente mundial CVX. Aunque no entendía mucho el español, se acompañó de un traductor amateur que le ayudó a seguir la reunión, hasta que se animó a intervenir. Fue muy importante su experiencia de CVX y la relación con los jesuitas en su país. Pues nos dijo algo que también Herminio Rico SJ lo corroboró. Hay un poco de todo en la participación en CVX. Quienes se involucran un poco más, los que se limitan a las reuniones y los que lo hacen más externamente.

También ello se podía trasladar al nivel de conocimiento de lo que es la CVX, donde no pocos tienen una percepción cercana y fluida de ella. También se mencionó en relación a los roles que se dan en su labor de acompañamiento, donde se oscilaba entre jesuitas que muchas veces se hacen más protagonistas en la vida de la comunidad (incluso al punto de querer “dirigirla”), pasando por otros que básicamente se diluyen en todo lo que viene como iniciativa del grupo y otros que mantienen un equilibrio mayor de acompañar sin imponerse sobre la dinámica que pueda proponer el mismo grupo

Este punto resulta ser muy importante de situar (y de procesar en cada caso), porque se trata de cómo hacemos crecer un acompañamiento comunitario (y personal) necesario, sin sustituir roles; más bien, enriqueciéndolos y potenciándolos en lo que corresponda en cada caso y momento. Especialmente para hacer crecer el sentido de la vocación laical en cada integrante y como comunidad en conjunto, ya que se trata de construir comunidades laicales.

De otro lado, en el proceso de crecimiento en CVX y el caminar en ella, hubo un momento en que Alwin (como Herminio Rico SJ) nos planteó la siguiente reflexión. Primero, apostamos a que la CVX nos de centralidad en nuestra vida, no se trata de un grupo más, al estilo de un club al que se pertenece. Segundo, queremos que sea una experiencia para toda la vida, no sólo para momentos de nuestra experiencia; queremos madurar en ella y desde ella. Tercero, al integrar nuestra fe y vida, la comunidad nos va haciendo crecer en el discernimiento y viceversa. Ello nos induce a crecer con un especial carisma y espiritualidad.

Por tanto, la CVX nos invita a vivir una experiencia de compromiso y seguimiento que hacía decir a Alwin: por eso la CVX puede ser para cualquier persona, de profesiones muy diversas. Porque no importa que alguien sea un banquero, un panadero, un payaso, un ingeniero, un emprendedor… Lo importante es qué tipo de banquero, panadero, payaso o educador somos. En ello se marca la diferencia y la podemos ir construyendo individual y comunitariamente desde los Ejercicios Espirituales, la oración, el acompañamiento y, por cierto, nuestra participación y presencia en CVX.

Teniendo conciencia que pasamos por diversas etapas en la vida y tenemos que saber adaptar nuestra CVX a nuestras posibilidades, aunque con la claridad de que supondrá dedicarle tiempo, exigirnos en buscar respuestas a nuestras búsquedas, saber darnos profundidad y no quedarnos en la superficie de las cosas, trabajando nuestra propia formación y todo lo que nos ayude a crecer apostólicamente en la misión, en lo que nos sintamos llamados.

La CVX es un caminar y una invitación constante a descubrirnos y desafiarnos en ese descubrimiento de la presencia de Dios en nuestra vida, situada desde nuestra vida cotidiana; la solidaridad y el compromiso en el que nos vamos haciendo; como experiencia sencilla de amor y de fe vivida y reflexionada.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 9 de junio de 2017

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