Practicas religiosas en el judaísmo

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º El judaísmo se identifica con una fuerte actividad religiosa familiar, desde la cual se busca preservar la tradición y una serie de prácticas que lo identifican muy directamente. Por tanto, el matrimonio resulta ser una institución muy significativa, pese a no tener una relevancia similar en términos civiles. Siendo la unidad del matrimonio muy importante para la continuidad de la religión judía, sus mentores (rabinos y demás autoridades) han puesto mucho atención y celo de cómo se construyen las futuras uniones, para garantizar que haya continuidad. La presión siempre está en que los judíos se casen entre ellos (endogamia) y que tengan hijos. Por ello, no es fácil o bien venido el matrimonio de parejas “exogámicas”, donde un conyuge sea no judío. En todo caso es más aceptable que la futura madre pueda casarse con alguien no judío, ya que los hijos serían mejor “garantizados” por ella.

º De otro lado, como rito, el matrimonio no requiere de un oficiante muy oficial y se celebra guardando una serie de características como el contar con dosel (“Hupá”); hacer un escrito (“ketubá”) donde se pone la fecha y lugar, las obligaciones del marido para con la mujer y el pago que se haría en caso de divorcio, además de jurarse fidelidad y otros detalles. Es ocasión de alegría y festejo como la mayor parte de las fiestas judías. Además, puede ser ocasión de obsequio de una mortaja (“kittel”) de la novia al novio, la misma que se viste en la ceremonia y será una prenda que acompañe al esposo durante toda su vida.

Hay dos etapas marcadas en la ceremonia: la de los esponsales y la del matrimonio propiamente dicho. El primero supone cánticos, bendición del vino (y es bebido por los novios), entrega de un anillo a la novia y lectura del ketubá. La segunda está hecha en base a siete bendiciones, vinculando el matrimonio con la creación de la humanidad y la futura redención. De allí se bebe más vino y el novio rompe una copa, designando la fragilidad de toda felicidad. Acto seguido se consuma la unión sexual y se concluye con un banquete y baile. El tema del divorcio, aunque no es deseable, se toma con bastante naturalidad.

º Otro acontecimiento muy importante es el nacimiento de un hijo, más aún si es varón. Se llega a considerar una obligación el tener hijos (por mandato de la Torá). La ceremonia de la circuncisión es un signo de identidad, aunque por razones obvias sólo se da con los varones; esto ha llevado a que algunos sectores propicien ceremonias específicas a nacidas mujeres. El rito se cumple, de preferencia, a los ocho días de nacido. Se realiza con un mohel (persona especializada) y es motivo de mucho festejo; en ella se da nombre a la criatura y se le acompaña junto con dos padrinos (una pareja). Se considera la ceremonia como un signo visible del pacto entre Dios y el pueblo judío (“brit milá”).

Sin que nuestra religión cristiana no deje de tener rasgos patriarcales y machistas, se puede ver en el judaísmo una marcada invisibilización de la mujer, un relegamiento muy evidente de ella. Desde que nacen las criaturas, el hecho que sólo se circuncide a los varones es ya un tema de discriminación. Las discusiones en las sinagogas, sólo se procede entre varones. Y así otros aspectos que hacen notar el bajo aprecio hacia el género femenino.

º La primera etapa de toda persona judía se cumple entre los doce y 13 años, momento en la que se alcanza la mayoría de edad (“Bar/Bat Mitsvá”) y se toma sobre sí las obligaciones establecidas en la Torá. A partir de entonces, empezarán a llevar un bonete en la cabeza (la “kipá”) y una prenda interior con flecos (“talit katán”), debajo de la camisa. Oficialmente su educación empieza allí y es de responsabilidad de sus progenitores. Antes estaba centrada sólo para los hijos varones pero ello ha ido cambiando y extendiéndose a las mujeres.

º Sobre la muerte se asume como parte de la vida y aspecto inevitable de la condición humana. Siempre se ve con buenos ojos promover la vida, la salud y todo lo que ayude a encaminarla. No así el matar, cuestión que se considera aborrecible. Tienen un sentido de resignación positiva respecto a la muerte, más aún cuando ésta se presenta inminente. Para ello, la persona implicada recita oraciones acompañadas de una confesión; quienes acompañan suelen rezar concluyendo con las palabras iniciales del Shemá, el cual es el nombre de una de las principales plegarias de la religión judía en la que se manifiesta su credo en un sólo Dios.

º El duelo suele ser otro de los ritos muy marcados entre los judíos. Normalmente se rige de manera estricta, lo cual buscaría proporcionar un apoyo a los dolientes y ayudarlos a resituarse y volver a su vida normal. Suele darse el acto de desgarrarse la ropa en señal del duelo; los hijos lo hacen a la altura del corazón y los demás dolientes en el lado derecho (aunque esta práctica tiende ya a dejarse). Es de un año para el progenitor y de un mes para los demás dolientes. El duelo se da a partir del funeral; supone abstinencia de beber vino, comer carne, placeres, negocios u otros.

El duelo tiene tres etapas. El Shivah, dura siete días y suele darse bajo forma de recogimiento: quedarse en casa; permanecer sentado; no se trabaja ni se tiene sexo; tampoco se bañan, no se afeitan y otros. Se reúnen amigos y se hace oraciones. El Shloshim es una siguiente etapa que dura 30 días; los dolientes siguen sin afeitarse, cortarse el pelo, escuchar música o asistir a bodas o fiestas. La tercera etapa comprende sólo a los hijos del difunto y dura un año; la fecha anual de la muerte suele ser conmemorada, encendiendo una vela y recitando el Kaddish.

Son interesantes las diversas similitudes que existen en la religión judía respecto a nuestro cristianismo, aunque lo termino encontrando sumamente rígido en una serie de procedimientos y ritos. Por ejemplo, la forma de hacer duelo posee algunos aspectos de vínculo como el acompañar a los dolientes, a través de familiares y amigos; hacer un período de duelo; recordar anualmente al difunto. Sin embargo, no nos generamos restricciones mayores ni nos planteamos cuestiones como el dejarse de cortar el pelo o la barba.

º Todo lo anterior tiende a ser asumido con mayor o menor fervor de acuerdo a cómo se sitúen las familias frente a las tradiciones ya que algunos sectores son más abiertos que otros o menos ortodoxos. De todos modos, los ritos y tradiciones tienen el poder de la identidad que acerca más a los judíos a Dios y a sus familias y amigos.

º Por último, no ha dejado de causarme un sentido de alegría el identificar lo importante que es para los judíos la familia y el deseo de festejo que marca la mayor parte de sus fiestas y ritos principales. De otro lado, también llamaba mi atención el rol que ha jugado la familia para proteger las tradiciones del largo ostracismo de la población judía. Un pueblo en el que no termino de entender su tendencia al encerramiento y la diferenciación. El no haber hallado puntos de encuentro y “retorno” con el cristianismo. Si Jesús no vino a crear una religión, ¿por qué se justificó la creación de una Iglesia diferenciada con el judaísmo? En fin, siento mucha riqueza en la aproximación que puede hacerse a otras religiones.

Guillermo Valera Moreno
5 noviembre 2009
Trabajado a partir de la lectura de Nicholas de Lange – El Judaísmo. “La familia” (pp.148-160)

Puntuación: 3.16 / Votos: 74

10 pensamientos en “Practicas religiosas en el judaísmo

  1. guillermo-valera Autor

    Toda religión tiene su razón de ser y el judaísmo no es una excepción. Creo que seguir caminos de humildad, justicia, libertad y vida es lo que nos puede aproximar a un verdadero sentido de fe. ¿Qué religión puede sentirse monopolio de ello? Muchas tienen experiencias que aportar.

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