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Adolfo Ramos nació en la provincia de Yauli – La Oroya. Sus estudios primarios los realizó dentro del campamento minero llamado San Cristóbal y su formación secundaria en la ciudad de la Oroya. Su inclinación por el arte se remonta hacia la primaria, donde un profesor de religión y amigo muy cercano a la familia se interesó por enseñarle dibujo, y pintura con las acuarelas.

Al culminar la secundaria, como todo joven, no tenía claro que carrera específica seguir.

Aunque el “bichito” del arte permanecía en él, por aquellas épocas – he incluso quizás en la actualidad – postularse a una carrera artística y vivir de ello era un tabú, por ello, Adolfo, salió, en un inicio, pensando en la arquitectura o docencia.

Aquél era el nuevo plan. Sin embargo, ya en Lima, durante el proceso de búsqueda de algún recinto universitario, volvió a sus intereses artísticos. Optó por estudiar artes plásticas y docencia a la vez y así ingresó a Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú. Este reto fue apoyado gratamente por sus padres.

Fueron los seis mejores años de su juventud, nos cuenta. Años llenos de aprendizaje y convivencia con numerosos personajes y amigos que hasta ahora frecuenta.

Adolfo nos cuenta que la Escuela acogía a muchos provincianos y no necesariamente de buenos recursos. Muchos de los estudiantes debían solventar sus estudios con trabajos nocturnos y de fines de semana en cualquier taller foráneo. Consideremos que en la Escuela de Bellas Artes, para aquella época, se estudiaba todo el d no había posibilidad para trabajar en “part time”. El maestro Ramos recuerda que, en ocasiones, compartían refrigerios con sus compañeros, cocinaban e incluso algunos dormían dentro de la Escuela por alguna triste carencia coyuntural.

Esta etapa no solo nos conmueve, si no también nos inspira por el gran papel de su maestro José Aldana Sullón quien fuera su principal mentor y quien también promoviera y fomentara económicamente a sus alumnos, contactándolos, buscándoles clientes e invitaciones para exponer y vender las obras de sus jóvenes talentos.

Habiendo concluido satisfactoriamente sus estudios como artista, Adolfo Ramos inicia su carrera participando en diferentes concursos de artes visuales dentro y fuera del país y llevando su producción pictórica a diversas galerías de la ciudad de Lima. Al poco tiempo, recibe una invitación grupal para trabajar en la novel Escuela de Arte “Francisco Lazo” de Tacna. Varios de la promoción “César Vallejo” viajaron para fungir como docentes en aquella ciudad. Cabe mencionar que fue en Tacna donde realizaron su primera exposición pictórica, develando parte de la producción individual de nuestro protagonista que lo ubicaba entre el surrealismo y la abstracción.

Es oportuno observar que en la época en la que estudió nuestro

protagonista, la Escuela de Bellas Artes, tan igual como la Escuela naval y otros liceos, no entregaban bachilleratos ni títulos (obviamente), a pesar que el nivel y los años de estudios (superiores a los seis, incluso) correspondían. Año después esta situación mejoró. Por ello, Adolfo tuvo que regresar a la capital para licenciarse como artista en pintura y culminado su proceso de titulación y con una gran producción en sus manos decidió realizar su primera exposición individual en la Galería de Arte “Victor Humareda”

Para el año 1996, sus padres ya se habían trasladado a la ciudad de Huancayo y Adolfo empezó a frecuentarlos cada vez un poco más. De esta forma, trajo su producción al centro del país y, gracias al señor Manuel Martínez Paz y a don Manuel Baquerizo, logró concretar una nueva exposición individual en la Galería Guillermo Guzmán Manzaneda de la Municipalidad de Huancayo. Con esta iniciativa se dio a conocer dentro del selecto grupo de artistas huancas conformados por Josué Sánchez, Jesús Lindo Revilla, Clodoaldo Alfaro, Maria Soledad Cerrón y Guillermo Salazar; entre muchos otros.

Al poco tiempo inició también su carrera como docente de arte y a la fecha lleva ya varios años enriqueciendo nuestra cultura y plasmando su experiencia dentro de colegios, institutos, universidades y demás.

Su obra inició en la abstracción geométrica y hoy sus nuevos proyectos se basan en el bagaje de nuestro folklore y la ejecución de las danzas de nuestro valle. Sandro Bossio Suárez, escritor, afirma: “Cada imagen deja de ser inanimado y mudo para convertirse en imágenes vívidas por la mano maestra del maestro Ramos”

Definitivamente, el pincel de Adolfo Ramos Aliaga, hijo de Leoncio Ramos y Sebastiana Aliaga, es una de las inspiraciones de muchos jóvenes artistas de la región.

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