La autoridad en la ciudad de Lima

Publicado en El Comercio

Muchos ensalzaron la informalidad. Pero siguen confundiendo autoridad con aparato burocrático extendido. Se necesita una autoridad fuerte como capacidad de cumplir y hacer cumplir la ley en un Estado de Derecho, que implica diálogo y concertación, pero no incumplir de la ley.

Muchos políticos hicieron carrera evadiendo sus responsabilidades. Lo explicitó hace unos días un ex presidente de la empresa de mercados explicando que renunció porque el alcalde prefirió postergar el traslado a Santa Anita para no pagar los costos políticos. La Alcaldesa Villarán, amenazada por mafiosos que se ocultan tras políticos mediocres, cumplió su deber y asumió los costos. Milimetró la decisión: no los desalojó, -hubiera sido un baño de sangre- sino ordenó impedir que los camiones los abastezcan tras quitarles el carácter de mercado mayorista. La Policía cumplió su deber, mal hecho en el primer intento y bien hecho en el segundo, sin armas letales. Lo ocurrido confirma lo que escribí en este diario hace un mes. Los alcaldes no son responsables de la seguridad ciudadana, aunque aportan a ella. La Policía obedece lo que ordena un alcalde como norma de la ciudad pero lo hace en sus términos, como puede.

En La Parada, como en el transporte, la informalidad ha llenado un vacío: en política, como en la física, todo vacío se llena. El Metropolitano llegó 50 años después de la supresión de los tranvías y es la mejor obra del Alcalde Castañeda. Pero durante ese tiempo el vacío lo llenaron las combis y después que el Alcalde Barrantes trató de poner orden en las rutas, con dirección del regidor PPC Manuel Cáceda, el proceso fue abortado por Fujimori. En un año pasamos de 7000 combis a 27000. La alcaldesa Villarán, implementando El Metropolitano tenía que cambiar las rutas. Se ganó el odio y la violencia de transportistas que, tras tantos años de vacío, creían que su interés privado era el interés público y enfrentaron en Lima Norte los cambios con violencia ante más de 300 policías.

Lima y Callao son una sola ciudad, somos interdependientes. Pero desde el siglo XIX separaron el Puerto de su Ciudad, dos provincias y luego dos Departamentos (Provincia Constitucional significó eso) y ahora dos regiones. Las cuencas de los ríos que alimentan a ambas están en el gobierno regional de Lima Provincias. Lima tiene un alcalde provincial y 42 alcaldes distritales. La ley diferencia funciones y las mezcla a la vez porque la ambigüedad y la criollada son parte de la ley y su matriz es populista más que racional. Cuando observamos la historia parece que la única consigna de gobiernos y parlamentos, autores de esta barbaridad, fue “Divide y reinarás”. Existe una competencia populista entre niveles de gobierno ¿Por qué los fondos de un ministerio hacen veredas, placitas o muros de contención que son obras distritales? ¿Por qué en Huaycán el gobierno nacional inaugura pistas de un ámbito menor a un distrito? Esto no ocurría así hace 30 años cuando fui Teniente Alcalde de Alfonso Barrantes, porque los gobiernos consultaban al alcalde de Lima antes de meterse. Nadie puede quejarse de que se invierta en una ciudad con tantas necesidades. Pero el camino hace la resultante. Acabo de vivir la experiencia de un alcalde impresentable de Chorrillos que se negó a recibirme como comisionado de la Alcaldesa para el plan que es común. No me ha agraviado a mí que soy un ciudadano más sino a la Alcaldesa. Me gustaría saber cuántos proyectos le han aprobado los gobiernos nacionales sin pasar por el alcalde de Lima. La debilidad de la autoridad metropolitana está hecha por decisiones de los gobiernos nacionales.

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