Repensemos en los introvertidos

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Soy introvertido. Siempre lo he sido. Cuando era niño, las profesoras trataban de que fuera un poco más extrovertido. Ello porque les enseñaron lo mismo que incluso a mí me enseñaron: ser introvertido es señal de inseguridad, de soledad, de una frágil autoestima. En palabras sencillas, ser introvertido estaba mal.

Es solo en los últimos años que se ha empezado a mirar nuevamente a los introvertidos y a tomar consciencia que somos personas con procesos mentales y afectivos diferentes, y en el reconocimiento de ello, hallar valor de dichos procesos. Es característico de los introvertidos el tener un pensamiento crítico y analítico. No tomarán decisiones apresuradas, si no seriamente analizadas. Es por ello que les resultará necesario tener la mayor cantidad de información posible.

Estos rasgos analíticos, no significan carencia o dificultades en el manejo emocional. Las personas introvertidas tienden a tener lazos afectivos muy fuertes hacia su familia y amigos. En este último aspecto, son personas que suelen ser muy selectivas con quienes conforman sus amistades, y normalmente dichos amigos tendrán un gran aprecio por ellos.

Les comparto una charla de Susan Cain sobre “El poder de los introvertidos” (subtítulos en español).