Archivo por meses: abril 2009

Micropolítica en la Escuela

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En 1989, Stephen Ball publicó “La Micropolítica en la Escuela: Hacia una teoría de la organización escolar”, en la cual describe a las organizaciones educativas como un ámbito en el cual existe una gran variedad de grupos heterogeneos, grupos muy diferentes entre sí, tanto en su formación y procedencia como en sus intereses personales y sus fines dentro de la organización. Esos grupos son fácilmente reconocibles en cualquier escuela: los profesores nuevos y los antiguos, los administrativos, los profesores de letras y los de ciencias, los padres de familia, los coordinadores, entre otros. Sean cuales sean los criterios, siempre existen grupos antagónicos, grupos con intereses opuestos. Naturalmente, cada grupo va a buscar lograr sus fines. Por ejemplo, los coordinadores intentarán hacer cumplir X medidas, mientras que los profesores intentarán obtener una reducción de la carga laboral. El resultado: la aparición de un conflicto.

Entonces, sucede una lucha por el “poder” entre los grupos con el fin de lograr sus intereses. Para ello, el “poder” no se sostiene por la jerarquía, es decir, por el cargo de la persona o grupo, sino que está ligado a la influencia. Así, un docente respetado y admirado, aunque no tenga ningún cargo que lo coloque por encima de otros, puede tener influencia sobre un la mayoría de docentes, quienes juntos pueden hacer “resistencia”, por ejemplo, frente a una medida; en consecuencia, el poder será proporcional a la influencia que tenga una persona o grupo.

Otro ejemplo puede ser un director carismático, alguien que cuenta normalmente con el apoyo de padres y profesores. Ese director no deberá incurrir en presiones o imposiciones para llevar a cabo algún proyecto, pues muy probablemente contará con la colaboración del personal y las familias. Nuevamente, el poder está ligado a la influencia.

Siguiendo con el ejemplo anterior, puede decirse que la “resistencia” de los docentes puede ser directa, mediante una huelga, por ejemplo, así como clandestina: no acatando una medida en silencio, implantando rumores o chismes que desacrediten a los coordinadores o padres de familia, entre otras estrategias.

Ahora, Ball presenta esto como un aspecto natural y real en cualquier institución, aunque cada una con sus particularidades. Cada organización educativa, según su naturaleza, enfrentará de modos diversos los conflictos y la lucha de poder.

La Revista Iberoamericana de Educación publicó un número especial sobre este tema en 1997. Todos los artículos se encuentran en línea en forma gratuita.

Micropolítica en la Escuela en la RIE

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Responsabilidad Social y Educación: primer acercamiento

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¿Responsabilidad social? ¿Por qué ser responsable socialmente? ¿En la escuela? ¿Acaso no son las escuelas socialmente responsables? ¿No han sido muchas instituciones responsables socialmente desde hace ya muchísimos años al desarrollar actividades de labor social? ¿Dónde está la diferencia?

Muy buenas preguntas, ¿verdad? Totalmente válidas y necesarias si queremos que el paradigma de la Responsabilidad Social no sea solo un cambio de nombre para una labor que efectivamente muchas instituciones educativas han desarrollado mediante programas de voluntariados sociales.

Tengo firmemente en la cabeza la idea que la Responsabilidad social es un rasgo inmanente de la educación que se ha hecho notable en los últimos años ante el relativismo y el individualismo creciente que se forma en las escuelas como reflejo social local y global; ya que para entrar en este paradigma hay que salir aquel en el que estamos sumergidos. En nuestro contexto local y global, el yo es prácticamente todo lo que importa, la libertad se asume como el poder de hacer lo que quiera con mi vida y la ética se concibe como mi manera de actuar correctamente.

Somos humanos, pero no humanidad, somos individuos sin colectivo. En sí, necesitamos volver a mirar más allá de yo mismo, observar el nosotros; donde el yo está incluido con los otros y los identifico como mis semejantes. Por este hecho, la Responsabilidad social no se puede entender como asistencialismo, porque si el otro es mi semejante, no puedo tratarlo como un ser inferior.

En el caso de las escuelas, creo que no podrán llegar a ser Responsables socialmente en realidad, si es que no se observan primero a ellas mismas bajo este paradigma. ¿Funciona mi escuela como una democracia? ¿Existe verdadera interacción entre las personas o no es más que una reproducción vertical de comandos? ¿Cada persona es conciente del impacto de sus acciones en los otros? Aquí muy bien podríamos detenernos a hablar del currículo oculto: la pedagogía invisible e inconsciente que muchas veces hecha abajo totalmente el trabajo organizado.

¿Y por qué hablar de democracia? ¿Cuál es la relación con el tema? Pues bien, la gestión de un centro educativo es más que el trabajo de la dirección. En cierta medida, toda la organización (docentes, administrativos, alumnos) está involucrada en la gestión de manera que cada quien es capaz de participar, desde su perspectiva y en función de sus capacidades y potencialidades, en la toma de decisiones y ejecución. Es decir, pensar en términos de “nosotros” y trabajar bajo este enfoque en lugar de considerar a la gestión como el “yo-líder” solitario que dirige al centro.

Sin embargo, en muchos casos se repite la dinámica de asistencialismo donde el alumno se convierte en el ser inferior que requiere de mí. Al término de la escolaridad, observamos en los últimos años chicos que consideramos inmaduros, irresponsables, egocéntricos, apáticos, indiferentes; y pensamos que no aprendieron nada en lugar de mirar si les brindamos las herramientas necesarias. Esto, obviamente, es un proceso que se repite desde la educación inicial, pero que se evidencia con mayor fuerza en la secundaria.

¿Cómo podemos tener alumnos comprometidos si convertimos a las escuelas en burbujas? ¿Cómo podemos exigir responsabilidad cuando no hemos confiado en ellos? Por eso mismo, deberíamos trabajar con ellos para ayudarles a tomar conciencia gradual del mundo que les rodea.

Ello debería ir en un sentido espiral desde el centro hacia el exterior; es decir, partir de sí mismo tomando conciencia de su entorno más inmediato en la escuela: su salón. Coexiste con personas diariamente y debería a prender a convivir con ellas, aprender a ser responsable del impacto de sus actos en sus propios compañeros. Empiezan, así, a crearse una serie de círculos individuales que van integrándose en un aula para convertirse en un solo círculo: nosotros. Y de esta forma, paulatina, el círculo se amplía hasta que de hecho pueda se involucre y comprometa con la gestión de su centro: no estoy en un todo, soy parte de un todo. En consecuencia, legitimado para tomar decisiones sobre aquel todo.

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Enfoques de las organizaciones educativas I: Paradigma polìtico

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Las escuelas, universidades y demás instituciones educativas son organizaciones que no siempre han son percibidas de la misma manera. El cómo una persona entiende o comprende a una organización educativa depende en gran medida del ángulo desde la cual la enfoque.

El enfoque socio-crítico o paradigma político se trata de una perspectiva centrada en una lectura política de las organizaciones, en la cuál, éstas se presentan a manera de alianzas, pactos, coaliciones, etc. entre distintos miembros o diferentes grupos que poseen unos intereses y ejercen su influencia para conseguir las metas consideradas más adecuadas.

La finalidad de este paradigma es profundizar en el análisis de la realidad para conocer por qué se presenta de una determinada manera. De esta forma, se busca poner de manifiesto las contradicciones que se producen en la organización, hacerlas aflorar, reconocerlas y llevar a cabo una intervención directa que comprometa el cambio con el objetivo de transformar la realidad existente.

Las organizaciones suelen concebirse como asociaciones de personas diversas y diferentes grupos de interés. Éstos no presentan uniformidad en sus planteamientos, sino que muestran diferencias manifiestas en sus formas de percibir la realidad, maneras de entender situaciones, aspiraciones, valores, deseos, intereses, expectativas, etc. En cuanto a la toma de decisiones vitales, la toma de posturas, el establecimiento de metas, entre otros aspectos que afectan a las organizaciones, surgen de una permanente dinámica de negociaciones, pactos, alianzas, etc. entre los integrantes de las agrupaciones.

Dentro del paradigma político se aprecia, además, una preocupación por los intereses que subyacen en la estructura profunda de las organizaciones, los cuales suelen conocerse como currículo oculto.

Una de las teorías más conocidas proveniente de este enfoque es la Micropolítica, de la cual hablaremos con mayor profundidad en un próximo post.

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La planificación educativa real y la ideal

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Todo proceso de planificación educativa parte de una concepción de ser humano y de sociedad, así como un conocimiento del presente y una idealización del futuro al cual ambos elementos se quieren encaminar. Después de todo, es parte inherente de la naturaleza de la educación: reproducción y cambio.

Naturalmente, los gobiernos construyen planes curriculares nacionales aunque no necesariamente con un trabajo consciente y proyectivo de estos elementos importantes. De ahí su eminente caducidad; es decir que muchos planes curriculares están enfocados en necesidades temporales que de hecho deben cubrirse, pero no predominar; pues al ser temporales implican un cambio constante y casi sobre la marcha, lo que genera inestabilidad.

A la vez, dichos planes deben ser lo suficientemente abiertos y flexibles como para permitir que cada región, localidad y organización educativa, los cuales trabajan en función a sus propias concepciones de ser humano y sociedad, concepciones más concretas y delimitadas. Aunque finalmente, el docente que se encuentra en el aula y se enfrenta a situaciones muy específicas termina realizando una planificación muy práctica y a veces divorciada de la planificación nacional.

Entonces, se produce una tensión entre la planificación idealizada y la planificación real que trata María Cecilia Ainciburu en:

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Evaluación docente en junio

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Esta semana ha salido la noticia acerca del lanzamiento de la nueva Ley de Carrera Magisterial y el consecuente proceso de evaluación a los docentes de las escuelas públicas peruanas. Naturalmente, no se hicieron esperar las opiniones opuestas. Así que trataremos la noticia por partes.

Para empezar, debemos referirnos al antecedente de la primera evaluación a docentes realizad en este gobierno, sobre la cual hice un breve informe. A pesar de los muchos rumores y errores que se cometieron, el tema no fue tan apocalíptico como muchos pensaron. Es más, a partir de ello, han surgido una serie de incentivos a la Educación. Claro, no han sido las soluciones más radicales pero son un inicio; y es que hay que considerar que los resultados en el campo educativo rara vez (por no decir nunca) son evidentes en corto plazo.

Uno de los beneficios es el incremento salarial que ganaría un docente que meritoriamente haya logrado una buena evaluación (por encima de 4000 soles, según tengo entendido). ¿Eso es bueno? ¿Ser reconocido en función a mis méritos en lugar de sólo el tiempo o las relaciones? Sí, claro que sí.

La pregunta a plantear creo que sería la siguiente: ¿Cuáles son los méritos que se van a considerar? Si sólo son aspectos teóricos, entonces estamos mal. Esa es sólo una fracción del conjunto de la labor docente. Importante, claro que sí; pero no total; pues perfectamente puedo saberme el discurso constructivista, y estar al día en todos los puntos sobre planificación y evaluación, pero terminar dando una clase predominantemente expositiva y aburrida, evaluar sólo información memorizada (ni siquiera hablamos de conocimiento, pues este finalmente se puede llevar a la aplicación).

Es decir, la evaluación docente debería ser una evaluación de desempeño laboral, la cual debe considerar por lo menos la actualización formativa constante aplicada (evidenciada en la planificación de cursos) y el manejo de clase; sin mencionar otros aspectos que debería quedar como parte de una evaluación institucional de cada escuela: la integración con los principios y la visión planteados en el Proyecto Educativo al 2021, la relación con los estudiantes y con los otros miembros de la escuela, entre otros aspectos. ¿Trabajo pesado? Sí, pero necesario para caminar rumbo a la mejora.

Y es que la evaluación docente no debería ser sólo un tema político, sino también estratégico; y en ese sentido, le incumbe como obligación a cada organización educativa.

Naturalmente, todo ese esfuerzo merece una recompensa y no sólo salarial, sino también social. En eso, todos estamos involucrados.

Convocatoria del Ministerio de Educación
Para participar de este proceso, pueden inscribirse en CiberDocencia entre el 17 de abril y el 21 de mayo.

La evaluación según la prensa
Si desean más detalles sobre el proceso, revisen la nota publicada por Peru21.

Primera gran evaluación de maestros será en junio

También me pareció muy interesante el editorial publicado por el Comercio.

Cuando el objetivo de la política es la educación Sigue leyendo